Extremoduro, esa visita tan esperada [review]

EXTREMO10

Esta  review debería resumirse en: “lo  lamento por quien no haya ido, pero esto no puede ponerse en palabras”. De todas maneras voy a hacer el intento…

Una cosa es saber que las entradas estaban agotadas y que, por tanto, El Teatro de Flores estaría lleno; otra, muy distinta, es llegar ahí y tener la sensación de que eso iba a explotar.  Y es que después de 25 años de andar por los escenarios del mundo Extremoduro por fin pisó Argentina. ¿Cómo no íbamos a estar eufóricxs?

Sin banda soporte (que quizás hubiera estado demás, porque la cita era personal, porque Buenos Aires estuvo haciendo “la previa” durante meses), el show, la fiesta, eso que todxs esperábamos, empezó pasadas las 21. Gracias a un excelente juego de luces, uno a uno fueron presentándose con la voz de sus instrumentos y el último en aparecer en escena fue el mítico Robe Iniesta, con su enterito-pollera, cantando Sol de invierno.

La agitación del público era tal, que por momentos se escuchaban más nuestras voces que a la banda misma (y eso que El Teatro tiene un sonido impecable). Ni qué decir cuando Robe intentaba interactuar con nosotrxs: los cantitos de “olé olé olé cada día te quiero más” no le dejaban lugar para decir lo que quería. Cosas como disculparse por no haber venido antes, como cuando refiriéndose a Buenos Aires preguntó: “¿Se puede tener nostalgia de un sitio donde nunca has estado?». Comentario que les vino de puta madre para tocar los primeros  acodes de Adiós nonino y enlazarlos con los de Tango suicida.

Su profesionalidad como músicos consistió en estar absortos en lo que hacían. Los duetos de guitarra entre Robe e Iñaki, los arranques de euforia del tecladista (que casi acaba con el teclado) transmitían esa sensación de que realmente les gusta lo que hacen, y de que saben hacerlo.  Nuestra profesionalidad como fans, en cambio, se limitó a no dejar de poguear ni siquiera en Standby (cuyo poema inicial fue recitado de principio a fin).

Con todo, el apogeo, el momento ese en el que pensás “listo, si la profecía maya es cierta, me importa un carajo que se termine el mundo” fue cuando durante una larga introducción, reconocimos detrás de las exquisitas variaciones a Jesucristo García. Otro tanto pasó con Puta y con Deltoya. Ojo, eso no le quita valor al resto. Diría que tocaron gran parte de los hits, pero no estoy segura de que haya algún tema de ellos que no lo sea: Prometeo, Dulce introducción al Caos, So payaso, Primer movimiento, Golfa, Quemando tus recuerdos, A fuego

Los cuatro cambios de guitarra que hizo Robe no sé si se debieron a cuestiones de afinación, o de cuerdas rotas, o vaya a saber por qué, pero después de dos horas, y un descanso de 15 minutos en el medio, terminó por desaparecer del escenario, y nos dejó con un largo y hasta majestuoso final en el que sin dudas Iñaki hizo uso – nunca abuso –  de su virtuosismo. Pateó los micrófonos, se tiró arriba de la batería dando por terminada una noche a puro punk-rock español.

Cuando estaba saliendo alguien todavía eufórico me preguntó con un fingido tono de indignación si no sentí que me estafaron,  si no creía que faltaron temas. ¿Faltaron temas? Sí, pero no. Cualquier otro setlist, más largo, más corto, habría estado bien de todas maneras. Claro que quisiéramos haber escuchado el repertorio entero, pero por suerte aún quedan dos fechas en el país y, esperemos, Extremoduro para rato!

Yoapocap

Foto: Andrés Felipe Carrizosa

(NdE: El martes dio la sensación de que pasó mucho tiempo para que una banda extranjera la rockeara tanto en Buenos Aires. Extremoduro lo hizo y para quien escribe esto fue tan emocionante como aquella primera presentación de Pearl Jam en Ferro, a esa escala, aunque las bandas no tengan nada que ver entre sí. Robe, que parecía de muy buen humor, confesó: «No vinimos a realizarnos personalmente, vinimos a ser felices y lo estamos consiguiendo». Sobre el cierre, se atajó: «Esperemos volver pronto y si no es así, que sea vuestra culpa», palabras más, palabras menos. Y un día vino Extremoduro a la Argentina. La piel de gallina pide dejar de tipear.)

Comments

  1. Para mi es un misterio todo este mar de sentimientos que generan, llevo 15 años con Extremoduro tatuado en el alma y soñando con el dia en que pudiera verlos en vivo.
    La verdad, sera que vivo en un termo, pero desconocia que a tanta gente le pasa lo mismo con Extremoduro que sobrepasa las barreras de ser solo una banda, buenas canciones, buena musica, rebeldia, o lo que carajo sea, no recuerdo que haya existido algo asi jamas. No es fanatismo idiota, mira que hay bandas que me gustan mucho pero esto es otra cosa, sigo sin saber lo que es, no me importa no quiero saberlo, lo unico que se es que el domingo que vivi en el teatro de Verano no me lo voy a olvidar jamas , fui feliz y el efecto me dura sigo como una loca buscando fotos y reseñas de la gira como que quiero que no se termine ese momento magico
    Los temas que tocaron… me gustan todos, unos mas que otros pero yo pense que me iba a quedar fisurada de temas pero, resuta que aunque me hubiera gustado escucharlos tocar diez horas de corrido, me dejaron satisfecha, me fui con el corazon lleno, latiendo a mil. El Robe toco casi a lo último «Ama y ensancha el alma» y taaa fue lo maximo … cerra y vamos, y despues el Iñaki se quedo disfrutando de lo que mejor sabe hacer y se quedo desparramado en la bateria..
    Como vos decis esto no puede ponerse en palabras.
    Salú!!!

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