Diferentes ediciones fílmicas o en papel nos pusieron frente a un Johnny Ramone autoritario, imbancable, mal tipo. El documental End of The Century, la biografía de Dee Dee Ramone, Lobotomy: Surviving The Ramones, y hasta Marky Ramone en una entrevista con Brandy con Caramelos contaron todo lo que más o menos nos podíamos imaginar acerca del guitarrista de Los Ramones, pero es justo echarle una ojeada a Commando: The Autobiography of Johnny Ramone y conocer su propia versión sobre cómo fue pasarse media vida dentro del grupo surgido en las calles de Forest Hills.
En esta autobiografía, que fue terminada por su viuda Linda Ramone y John Caffiero, Johnny no nos confirma que era un hijo de puta, sino más bien un tipo que sufría mucho su propio personaje, aunque se negase a mostrar debilidad, ni siquiera con un cáncer de próstata que lo estaba liquidando. La sensación que deja su autobiografía es la de un pobre tipo que intentó llevar adelante su trabajo dignamente, como él creía que debían ser las cosas.
La primer parte de este breve librito (en una semana diste vuelta la última página) transcurre con los cuentos sobre pequeñeces típicas de un americano medio al que le tocó ser músico: grabar rápidamente sus tomas de guitarra para no sumar horas de estudio que le salieran un ojo de la cara y las broncas con Joey porque éste siempre necesitaba repetir las tomas de voces; los viajes a Europa y la mala comida en Francia; tener que lidiar con compañeros totalmente disfuncionales; las críticas hacia sus bandas contemporáneas.
Ser el guitarrista de Los Ramones-una de las bandas más influyentes de todos los tiempos-para él era un trabajo y se lo tomaba con la misma seriedad que cuando era un obrero de la construcción. La diferencia es que cuando les cayó la ficha de que no serían los nuevos Beatles, como soñaba Joey, no se podía renunciar y hacer otra cosa, había que seguir adelante por respeto a los fans.
“Con cuatro álbumes en nuestra carrera, nos sorprendimos de no ser la banda más grande del mundo”
A partir del fracaso de End of The Century, disco producido por Phil Spector, Johnny, como él mismo cuenta, comenzó a planificar su retiro y ya no se puso ninguna meta musical más que grabar discos decentes. Su meta más importante ahora era económica: juntar un millón de dólares.
Si bien este libro no va a cambiar la opinión que ya teníamos de Johnny, nos ayudará a comprender mejor al personaje y a entender que en una banda debe haber roles. Y Johnny llevaba a la perfección el suyo. ¿Cuántos de ustedes son amigos de sus jefes?
A su modo, él fue el sostén del grupo y gran responsable de que la banda haya durado veinte años en la ruta. Cualquier mambo interno entre ellos quedaba de lado si algún Ramone era atacado por alguien de afuera.
Johnny fue el perro guardián de una de las propuestas artísticas más honestas que hayan existido, por eso fue y es respetado a pesar de su mal genio y por eso vale la pena leer Commando, un libro que se completa con una gran selección de fotos y comentarios del autor sobre la discografía del grupo.
Un jodido para sus compañeros de ruta, un gran amigo para otras celebridades del rock, un cabrón fanático de Reagan y Bush, un incomprendido, pero por sobre todo, uno de los responsables de que The Ramones-el grupo que nos gusta a todos-haya existido.
Alejandro Panfil
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