Carcass: una noche de trance sombrío [review]

El caos programado que propuso la agrupación inglesa exponente del Goregrind y Death Metal se sintió desde el intro del primer tema de la noche, Buried Dreams, que liberó con cada riff y alarido gutural la energía de todos los asistentes amantes de la escena más extrema del metal.

Tras escuchar a la banda soporte Día De Los Muertos, oriunda de Los Ángeles, el público comenzó a apretarse más para poder ver de cerca a los creadores de la Sinfonía de la enfermedad, con la suerte de no haber tenido que esperar mucho para comenzar a sacudir sus cabezas.

Estrenando nuevo guitarrista, la banda de Jeff Walker y Bill Steer, Carcass demostró sus habilidades ante una licuadora que no se detuvo. El pogo, principio a fin, fue el protagonista de una velada visceral soportada por las imágenes de esqueletos, cerebros y demás apologías visuales a las liricas que los caracteriza.

Lo interesante de este show, uno de los más respetables en el mundo del metal, es que estos tipos genuinamente lo disfrutan, es más, sonríen demasiado para escribir música estruendosa que muchos no pueden siquiera digerir, con letras que hablan sobre vómito, secreciones, necropsias, sangre, infección. Tanto así, que no se esperaría escuchar a Jeff Walker pronunciar las siguientes palabras: «¿Cuántos aquí tienen hijos? El tiempo ha pasado pero, ¡quiero ver a los de la vieja escuela dejándolo todo esta noche!».  Tras la ovación respectiva, no les tomó más de medio segundo convertirse de nuevo en el medio catalizador de los sonidos más oscuros, interpretando, entre otras, This Mortal Coil, Exhume To Consume y Keep On Rotting In The Free World.

Sus clásicos No Love Lost y Heartwork  también hicieron parte del repertorio, que hizo un recorrido por su historia mientras se celebran 25 años de haber sido lanzado su primer álbum Reek of Putrefaction, aquel que abrió la puerta musical para que el inframundo pudiera subir a ganar adeptos sobre la tierra. Lo logró. Prueba de ello fue, sobre esta latitud, un Teatro Flores con una numerosa asistencia, que lo dejó todo grito a grito, golpe a golpe.

La gran sorpresa de la noche estuvo al final, cuando la banda decidió tocar un tema más tras casi una hora de trance sombrío: «Tocaremos una más, sólo para enfurecer a los que ya se fueron», bromeó Walker, antes de finalizar con un recinto considerablemente más vacío pero lleno de energía y cabezas en movimiento.

Texto y fotos: Andrés Felipe Carrizosa

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