Hablemos a calzón quitado es una obra que transcurre en dos dimensiones. Por un lado hay una historia humana, una historia chiquita, particular, que es la historia de Juan. Juan es un joven de veintitantos años, que sufre de parálisis cerebral. Habla raro, camina encorvado, todavía vive con su papá, y nunca tuvo una novia. Y a través de la historia de Juan la obra retrata una realidad que rara vez se cuenta, y que casi nunca tiene el privilegio de ser protagonista. Y lo hace con profundidad, respecto y honestidad. La relación de Juan con su padre sobreprotector (que lo incapacita aún más que su propia discapacidad), la relación de Juan con su sexualidad, con su independencia. Esta historia es conmovedora e impactante y por momentos alcanza niveles de dramatismo que te llevan a retorcerte en la butaca. La interpretación de Ulises Pafundi es extraordinaria, y la historia de Juan es, al mismo tiempo, dura, incómoda, chocante y dulce. Por sí misma alcanza para llevar adelante la trama.
Sin embargo, Hablemos a calzón quitado, que se puso en escena por primera vez en 1969, tiene también otra dimensión, que busca plantear una problemática más amplia, más universal. Esta otra historia es la que se escucha en la voz de Martín, el joven filósofo idealista y revolucionario que se hace amigo de Juan al comienzo de la obra y que lo empuja hacia la conquista de su autonomía. Pero, en parte por el texto, y en parte por la actuación de Pablo Plandolit, esta otra historia se entrega por medio de un discurso que tiende a ser grandilocuente, moralizante y por momentos muy irritante.
Sin duda es válido e interesante plantear la discapacidad como metáfora de nuestras propias falencias. Pero acá se hace de manera tan explícita y tan constante, que por momentos distrae innecesariamente de una historia que tiene peso propio (y que no necesita ser metáfora de nada) e impide que la obra mantenga el ritmo, por lo que por momentos se vuelve muy lenta. Recomiendo para aquellos que son hipersensibles a lo pretencioso, no leer el programa de la obra, donde el director explica que: “Se plantea una problemática humana, social, y política, en torno a las imágenes falsas y alienantes que la sociedad forja para el hombre y que procuran alejarlo de su autenticidad y de sus impulsos primarios.(???)” Pero los que puedan protegerse de esta bomba atómica de buenas intenciones y pedagogía, van a poder disfrutar de la otra historia, que es la que realmente moviliza.
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