Finalmente, este último domingo 1 de Septiembre se llevó a cabo la Feria del libro punk II en el ya mítico Salón Pueyrredón. Y Brandy no podía perdérselo porque, ¿cómo renunciar a un evento en donde se aúnan la música, la literatura, las artes plásticas y audiovisuales y, principalmente, gran parte de nuestra historia? Con la misma convocatoria masiva que en su primera edición, escritores, dibujantes, fotógrafos, músicos y mucha gente relacionada con el punk presentaron en varias mesas sólo una parte de sus trabajos. Además, adelante se exponían cuadros, atrás había charlas y, mientras tanto, todo eso se transmitía en directo por la Radio del Salón.
Muchos fueron los títulos, los zines y las editoriales que estuvieron presentes. Esta cronista aprovechó y se trajo dos libros (no sólo porque el presupuesto no le daba para más, sino porque mucho material ya lo había comprado antes), pero la verdad es que todo era muy tentador. Así que los nuevos habitantes de mi biblioteca son: Resistencia. Registro impreso de la cultura punk rock subterránea. Buenos Aires, 1984-2001. Compilado de los zines y otros escritos de Patricia Pietrafesa, editados por ‘Alcohol y Fotocopias’. Debo decir que fue uno de los mimados de la tarde. El segundo es Pintó el punk, de la editorial ‘Piloto de tormenta’ que, como ellos mismos lo explican, “propone un recorrido de cuatro décadas por una veintena de grandes tapas de discos” y, lo más interesante, es que es para colorear. Sinceramente, una idea genial, sobre todo si se tienen niñxs en la familia, ¿qué manera más didáctica de introducirlxs al punk?
Entre los títulos ya conocidos, estaban, por ejemplo, Punk, la muerte joven de Juan Carlos Kreimer, un increíble testimonio escrito en tiempo real sobre los primeros momentos del movimiento en aquella Londres de finales de los ’70. También la trilogía de la editorial Piloto de tormenta: La manera correcta de gritar; Gente que no y Derrumbando la casa rosada, que cuenta sobre todo nuestros propios comienzos. Mi pequeña colección de funzinez, de Boom Boom Kid, Historia de la Buenos Aires Hardcore, de Julián Vadalá, El último punk de Sebastián Duarte, que es una biografía de Ricky Espinosa, y muchos, muchos otros más.
Mención especial para un stand que tenía libros importados. Todos muy bonitos, todos muy caros. Pero bueno, para el/la que se los pueda comprar… ¿por qué no? Claro, la mayor dificultad era ver antes qué estabas por comprarte, porque prácticamente no te los dejaban tocar. Uf… entiendo que cuiden el material, pero si prefieren tenerlo en una vitrina, una feria no es la mejor opción. Claro que también está la posibilidad de pedir las cosas amablemente. Y si no, aprendan de Patricia quien, mientras Gerardo de Dekadencia humana, Marcelo de Cadáveres de niños y el editor de Tren en Movimiento, estaban dando una charla súper interesante sobre “Los principios ideológicos del punk y algunas de sus manifestaciones prácticas” soportó con estoica paciencia a un interlocutor algo (bastante) ebrio que interrumpía con infatigable insistencia.
En lo que respecta a contenidos audiovisuales, Marcelo Poca Vida presentó “El cine y el punk rock”, y también se proyectó el trailer de “Un documental sobre funzines y la contracultura del hazlo tu mismo en Bs. As. de 1978 a 1988” y desde Tucumán “Una parte de la historia del rock y las culturas subterráneas”, entre otros. Por su lado había por ahí unas remeras que, con sus varios motivos, tenían en el fondo una consigna general: el punk no es violencia ni autodestrucción, sino contracultura. Esto también parecían querer indicar, cada una a su modo, algunas de las muestras, como por ejemplo la de Diego Casas, adelantándonos con fotos su libro (próximo a salir) sobre los grupos ecológicos políticos de los ’90.
Como habrán observado, no todo fue comprar (¡por suerte!). La mesa de archivo de intercambio de zines, flyers, y todo tipo de material afín, tal y como solíamos hacerlo en “los viejos tiempos”, expresó muy bien la idea de fondo, que no fue sino compartir.
Y hablando de esos tiempos, quiero cerrar esta reseña con una reflexión personal. Resulta que la década más nombrada y elogiada respecto al movimiento punk local fue, sin dudas ya lo saben, la de los ’90. Según parece, esos diez años fueron el auge: consagración de bandas, inundación de sótanos y festivales, producción independiente masiva. ¿Y después qué pasó? La respuesta podría demandar un libro entero, así que no voy a ensayar ninguna. De hecho, voy a abrir nuevas preguntas: así como hoy somos muchxs los que nos juntamos a rescatar, revalorar y transmitir a lxs más jóvenes un pasado común que nos unió en una identidad colectiva que sobrepasó los límites de lo meramente estético y musical, ¿cuántxs serán lxs que, dentro de 20 años vean para atrás, para la década del ’10 y hagan lo mismo? ¿Es que el punk, hoy, está haciendo algo significativo para ser recordado el día de mañana? Claramente no es posible responder ahora, situadxs como estamos en el presente. Lo que sí es posible es mantener vivo todo esto, renovarlo, expandirlo, ajustarlo a los nuevos tiempos, seguir alimentando esa llamarada que vio la luz hace ya décadas y aún sigue convocándonos.
me lo perdi…