Guachass, unos meses después del lanzamiento de Paladar Negro, decide cruzar el charco para hacer una fecha en el nuevo Matienzo. Y, para calentar motores, se anticipa a la jugada y se presenta en el Club V, ese pequeño localcito de la Avenida Corrientes que, como su nombre lo indica, tiene una disposición en forma de «V» corta. El tema es que lo que a priori era para ajustar las piezas casi termina siendo la única fecha de este año por estos lados…
“Allá hay una buena movida, pero hay más bandas que público”, nos comentará al otro día Federico Molinari, baterista de Guachass. Será por eso que no hay lugar para divismos en el under uruguayo. Y entonces, este cuarteto hace todo a pulmón y con cero histeriqueo.
Luego de la presentación de los sub 20 de Doble Gota, con los visitantes del vecino país viéndolos en primera fila, se desarma lo de unos y con una gran camaradería rioplatense se acomoda lo de otros para que el cuarteto montevideano entregue un mini adelanto de lo que va a ser su presentación del sábado en el Club Cultural Matienzo…
Y lo que hacen es sencillamente hacer honor a la idea y al buen sonido que encontraron en su último disco. Por eso, enchufan los instrumentos confiados en que no habrá fisuras ni riesgos de que el plato sea diferente a lo que está escrito en el menú.
Y allí están Mariana Gascue (guitarra furiosa), Nicolás Tapauraskas (bajo) y Federico Molinari (batería), haciendo una base más que confiable para que Camila González Jettar, una especie de Iggy Pop en versión femenina, le ponga su voz ruda y sensual a esas canciones impregnadas de asfalto montevideano.
Pasa el denso pero sugestivo Amistiki, siguen con Mamma y Hermano mío, este último con ese machaque rutero con aires a MC5, y terminan sacudiendo las paredes del Club V con Libertad. También usan el espejo retrovisor para ejecutar Dirty Harry, del primer disco, y cuando se viene Montevideo se corta una cuerda en la Les Paul de Mariana, imprevisto que requiere un empréstito de viola mientras bajista y baterista se las rebuscan con una buena zapada que se termina ganando el reconocimiento cómplice de González Jettar y el aplauso de una audiencia obstinada que aguantó hasta las dos de la mañana para ver a Guachass.
Ah, y cuando parecía que el show se terminaba allí, apareció la viola indicada y Montevideo se hizo finalmente presente en Buenos Aires, como no podía ser de otra manera.
Se hizo el sábado, llegaron las once de la noche y en la puerta del Matienzo avisan con cara de “gracias por tanto, perdón por tan poco” que el show de Guachass no se va a poder llevar a cabo porque les clausuraron el local. Lo que sigue, es averiguar si lo casi imposible puede llegar a suceder, ni más ni menos que mudar la tocada a otro local cuando no hay demasiado margen de tiempo. A partir de allí, surgen las especulaciones sobre si puede ser de nuevo el Club V o el Salón Pueyrredón, donde algún que otro borrachín puede estar receptivo a una banda de último momento.
Finalmente, la respuesta a un mensaje de texto dice: “Tocamos a las 3 en El Especial!”. Y allí, en el mini local de Córdoba y Julián Álvarez los Guachass tienen que esperar su turno antes de un puñado de bandas. La tocada nacida de la improvisación, de llevarse a cabo más o menos bien, ya decididamente tendrá tintes épicos. Y eso es lo que termina sucediendo cuando, sin lista de temas armada y poniéndose de acuerdo ahí en el momento, al mejor estilo Red Hot Chili Peppers, arrancan nuevamente con Amistiki y prácticamente empieza a llover bajo techo debido al clima generado por lo que transmite la banda y a la transpiración colectiva en una salita que no tiene más de diez metros cuadrados.
La banda es consciente de que finalmente está tocando en una noche que sólo les estaba trayendo mal humor y la certeza de que el viaje de vuelta a Montevideo no iba a ser como lo habían imaginado, por eso cada tema que arranca es una celebración, como cuando hacen, entre otros, Libertad, White thunder, Ojos de lobo, Verano o Una noche más. Y en esta que definitivamente no es una noche más cierran con Montevideo y dejan el escenario bien caliente para quien lo quiera seguir utilizando.
A pesar de los imprevistos, Guachass pudo tocar dos veces en Buenos Aires en un mismo fin de semana y no estuvo nada mal, pero está claro que quedó pendiente la presentación que se merece ese gran disco que es Paladar Negro.
qué bueno que estuvo… fue una pena perderme lo del CLUB V!! es verdad que queda en deuda la presentación de Paladar!