OFF!: el rejuntado que vale la pena [review]

“Disfruten la fiesta”, insiste varias veces Keith Morris, quien parece advertir sobre lo rápido que pasarán los escasos 45 minutos de show de OFF! en Buenos Aires.

¿Te parece caro? ¿barato? ¿qué carajo importa? si lo que fuiste a ver es a un grupo de leyendas vivientes del hardcore punk californiano y no a buscar ofertas en el supermercado.

El telón parece abrirse antes de la cuenta y en una especie de elaboración a la vista Dimitri Coats (Burning Brides) va enchufando su Mosrite ramonera, Steven Shane McDonald (Redd Kross) prende su amplificador de bajo y Mario Rubalcaba (Hot Nakes, Earthless, etc) se encarga de que su batería esté lo suficientemente firme como para soportar los martillazos que se vienen, como Panic attack y I don´t belong, los dos primeros temas que aparecen para sacudir a la coqueta Trastienda como si fuera un secador centrifugo.

Lo de OFF! es concreto, rudo, excitante y fugaz. Por eso se disfruta el triple y no hay demasiado tiempo para hablar con el que está al lado de lo que pasó en la semana laboral, estudiantil o deportiva, ya que se está en presencia de historia viva del hardcore punk californiano, con personajes que hace treinta años agarraron a la trilogía Ramones-Pistols-Clash y la subieron a un skate.

Cada dos o tres temas, el ex cantante de Circle Jerks hace un rápido repaso a la actualidad y aprovecha para interactuar con todos esos pogueros que no paran de subirse al escenario y que en algún momento lo harán calentar por haberle quitado el micrófono. “Nosotros tenemos el peor gobierno de todos. Ahora estamos en bancarrota, pero porque nos gastamos la guita en bombardear a otros países”, palabras más, palabras menos, esa es la vergüenza ajena que acarrea Morris y la confiesa en público, mientras se prepara para avanzar en una lista que incluye Feeling are meant to be hurt, Kink Kong Brigade, Vaporized y Wiped out.

Tras un breve descanso, con Elimination, Full of shit y Darkness dejan vacía esa valija que trajeron para ese largo viaje desde Los Angeles y se van a ver si la fiesta sigue en otro lado. “Amigos, lo bueno dura poco”, podrán decir, con la tranquilidad de que, a diferencia de varios rejuntados que suelen venir a Buenos Aires, este sí vale la pena.

Alejandro Panfil

Fotos: Andrés Carrizosa

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