Y una tarde de diciembre Flores se llenó de crestas, una vez más…
No éramos muchos ni afuera ni adentro. Ya habían pasado Nadie save nada y Turba iracunda cuando pensé, mientras veía a Los Kabrones (que sonaron muy bien), que seguramente el resto llegaría “entonado” a última hora. Pero no pasó, la cosa siguió bastante vacía. Después, apenas empezó a sonar (por primera vez en vivo para mí) Let’s Start a War me di cuenta: no es porque la entrada saliera cara, tampoco porque era domingo y, mucho menos, porque San Lorenzo había salido campeón. Lo que pasa es que The Exploited pertenece a la rama más dura del punk, a esa que no es tan fácil de escuchar, como Chaos UK, por ejemplo. Y si a eso le sumamos que el promedio de edad del público claramente pasaba los 25 (lo que sugiere que los más jóvenes no están muy interesados en los clásicos), todo cierra mucho más. Ya van quedando pocos que se llenan de parches la campera de jean, que se hacen las mohicanas fucsias lo más altas posibles, que se identifican entre sí por el color de los cordones que llevan sus borcegos… Eso sí, para los que llevamos las tachas en el corazón aunque no las luzcamos en la ropa (y mucho menos ahora que están de moda), el encuentro fue algo así como una gran reunión familiar de fin de año. No hace falta pedir más.
El show de los escoceses, que por momentos parecían contentos, por momentos un poco decepcionados (aunque esto está totalmente sujeto a discusión, porque muy expresivos no fueron), duró apenas una hora y algunos minutos en los que tocaron 20 canciones. Cortas, rápidas y violentas canciones en las que hicieron un repaso por toda su discografía, aunque privilegiaron los temas de Fuck The System, su último álbum sacado en el 2003: Chaos is my life, Never Sell out, I Don’t Want A Holiday In The Sun, Noise Annoys y el mismo que le da título al disco. Todo el poder, toda la energía del street punk concentrado en varios riffs, algunos punteos y una bata imparable, sobre todo cuando hacían sonar su repertorio más viejo, como UK 82, Army Life, I Believe in Anarchy o Cop Cars. Del sonido más noventoso nos regalaron únicamente Beat the Bastards y Porno Slut.
La interacción con el público fue mínima, casi imperceptible. De hecho, fueron más los golpes que Wattie Buchan se dio en la cabeza con el micrófono que las palabras que dijo. Igual, no estoy muy segura de que hicieran falta… “Snarling and gobbing and falling around/ I really enjoy the freedom i’ve found/ My mates besides me lying on the ground/ His ears are bursting with the volume of sound” [Gruñendo y escupiendo y cayendo/ realmente disfruto de la libertad que encontré/mis amigos están tirados en el piso a mi lado/ sus orejas se queman con el volumen del sonido]. Esos versos de Dead Cities ya decían suficiente.
Parte de la función también estuvo a cargo del público, punkys vestidos con las mejores galas, contentos de poder poguear tranquilos en “la arena” del Teatro, ya que casi todo el resto estaba atrincherado a los costados tomando birra y filmando (sí, llegó la fastidiosa tecnología a la esquina más recóndita del under, y ya son pocos los que disfrutan del vivo sin recurrir a sus aparatos. ¡Córtenla con las camaritas, señorxs! ¡Relajen con el celular!). The Exploited dejó el escenario prácticamente sin saludar, y a medida que se iban apagando los sonidos y prendiendo las luces, nosotros fuimos tomando su lugar allá arriba, intentando que la fiesta no terminara.
Para tranquilidad de los buenos vecinos del barrio de Flores, de cuatro agentes de la PFA y de los patovas del lugar, nos fuimos cantando, terminando las birras que habíamos comprado, planeando cómo y dónde seguirla… Y esta vez sin romper nada.
N.del E.: Estamos todos al tanto de los rumores de la simpatía de esta banda con el filofascismo e ideologías afines. En la música y letras no es evidente esta afiliación. Tan sólo queremos dejar en claro que Brandy con Caramelos se declara completamente antifascista.
Más fotos acá.
brandyconcaramelos.wordpress.com 
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