El sábado 4 de octubre, en La Trastienda, la noche de violas distorsionadas arrancó a las 23.30 con la presentación de Chancho va. Con una bata poderosa, los mendocinos hicieron gala de un particular sonido del que de ningún modo se puede negar la procedencia rockera, y que no abunda en los escenarios locales.
El plato fuerte se sirvió sólo unos minutos después de que los invitados cerraran el telón. Utopians salió una vez más a mostrarnos cómo suena Vándalo, luego de su primera presentación allá por finales de mayo. Poco y mucho ha cambiado la cosa desde aquella fecha.
Poco, digo, porque sigue asombrando eso que en su momento Brandy llamó el “efecto Trastienda”: un público que no encaja del todo con lo que pasa arriba del escenario, es decir, el contraste entre la euforia rockera de los Utopians y la prolijidad (no sólo en el vestir, que es lo de menos, sino en la forma de disfrutar del show) de jóvenes que se van animando al pogo muy de a poco, sólo con el correr de la noche. Algo así como “mucho cuero y poco sudor”. Sí, claro, puede que la nostalgia de los sótanos porteños tampoco nos haya abandonado en esta oportunidad….
Pero más allá de lo que pasaba abajo, extasiados con sus propios acordes, Bárbara, Mario, Gus y Larry dieron un show increíble. Y como no piensan tocar en Capital en un tiempo lo suficientemente largo como para que los extrañemos, prepararon una lista de 25 temas con los que nos deleitaron casi dos horas. Además del ya anunciado estreno del video de Nada bueno, no hace falta decir que sonaron Con nada, Fue por vos, Donde nadie te espera (donde casi todo explota, diría…), Quiero y otras perlitas de Vándalo; pero también incluyeron temas de sus producciones anteriores, como Trastornados, Say Hello o Allá voy.
Mucho, porque el disco se terminó de afirmar en la piel del grupo. Hace algunas semanas escuché a Bárbara decir que las primeras veces que tocaban los nuevos temas salían bien, pero les faltaba interiorizarlos, dejar de pensarlos y que salieran solos. Bueno, misión cumplida: Vándalo se les hizo carne y eso se notó. Es más, no recuerdo haber ido a un recital en continuo in crescendo. En general, los shows van variando la intensidad, tienen diferentes momentos que van y vienen, que nos dejan respirar sólo para volver a sacarnos. El sábado, en cambio, sólo fue un camino de ida. Desde un Algo mejor un poco distante (poco nomás) hasta el cierre con el siempre bien recibido Estallando desde el océano de Sumo, el clima arriba y debajo de las tablas se fue poniendo cada vez más potente, cada vez más sacado, más rockero. Cada vez más. Ese, creo, es el concepto con el que conviene cerrar no sólo el recuento de esta noche, sino lo que implica hoy decir Utopians.
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