Marky Ramone no sólo da larga vida a la leyenda llamada Ramones, sino que también se perpetúa como el único gran heredero de la emblemática banda neoyorkina: Tommy, el primer baterista murió en julio de este año muy alejado de su propio mito y produciendo música folk, mientras que CJ y Richie hacen de su gloria una captura de corolarios personales.
Ahora bien, no sería una exageración afirmar que la Argentina es el segundo país de los Ramones. Dee Dee vivió acá. El último concierto de la gira mundial antes de la disolución de la banda y fuera de Norteamérica fue acá. Y el merchandising –en todo tipo de productos útiles e inútiles- no puede estar más rebasado. El clásico Hey Ho, Let’s Go es parte de los coros de cualquier recital de punk rock y su recia fibra se puntea con la holganza rolinga, que permanece en extraña crisis desde la tragedia de Cromañón.
Cada vez que Marky toca, se fija, más y más y en la memoriosa voz del público, el indeleble fenómeno Ramones, banda que en vida llegó a tocar 24 veces en la Argentina y que con las vueltas de sus sobrevivientes –en especial del aludido- puede estarse duplicando tranquilamente en este 2014, año que aportó varias fechas: en abril tocó en Córdoba, Rosario y La Plata y ahora volvió con otras cinco en Mendoza, San Juan, Corrientes, Paraná y Capital Federal.
El recital de anoche, en el que Marky y sus ya acostumbrados colegas ex-expulsados, además de un extraordinario vocalista que dejó hasta lo imposible en el escenario, estuvo enmarcado por un teatro flores completamente saciado de gente que demandaba fervorosamente una función para recordar, y que después, sin más, se convertiría en una hecatombe emotiva y musical de dimensiones innombrables.
Personas de todas las edades esperaron pacientemente y en tono chispeante la aparición de su ídolo. Marky y sus secuaces salieron a las 21hs y con un saludo muy corto –igualito al que el Papa, con besos y todo, propina a sus fanáticos desde su Papamóvil- se largó el asunto con el ancestral one, two, three, four… la canción inaugural fue Rockaway Beach y de ahí en adelante todo fue una maratónica y estridente fiesta acompañada de canciones icónicas y tesoros del rock and roll universal como: Teenage Lobotomy, Psycho Therapy, I Don’t Care, Sheena Is a Punk Rocker, Havana Affair, Commando, I Wanna Be Your Boyfriend, Rock ‘N’ Roll High School, Judy Is a Punk, I Believe in Miracles, Pet Sematary, I Wanna Be Sedated, Do You Remember Rock ‘N’ Roll Radio? –Dedicada por Marky a Tommy-, R.A.M.O.N.E.S. –cover de Motorhead-, Dig Up Her Bones y Saturday Night –covers de Misfits-, Have You Ever Seen the Rain? –cover de Creedence-, What a Wonderful World –cover de Louis Armstrong en versión Joey-, terminando con la inmortal y archiconocida Blitzkrieg Bop, que a las 22:30 hizo estallar el teatro en ovaciones, demostrando así que sigue siendo acertada y pertinente aquella máxima inmortalizada por los escoceces The Exploited en 1981: The punk´s not dead.
El público abandonó el recinto con Frank Sinatra de fondo y con una alegría insondable que sobre la avenida Rivadavia todavía arrojaba el profundo e inmarcesible eco Hey Ho, Let’s Go.
Texto: CJ Jaramillo
Fotos: Dahian Cifuentes
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