No hay consigna esta vez. El disco camina solo y no hay necesidad de andar agitándolo hasta el hartazgo. Frente a Frente puso a los Carajo en un lugar de referente indiscutido en la escena pesada de la Argentina y, gusten o no, su jerarquía es indiscutible e innegable. Y como si eso fuera poco decir, tienen una fuerza que abruma producto de seguir renovando las energías y el espíritu adolescente a pesar de que los años pasan para todos.
Y tanta fuerza debe tener alguna explicación: Carajo es el equilibro bien logrado entre tres rockeros talentosos que componen y ejecutan música en partes iguales. Tanto Corvata, que canta y es el dueño del bajo, como Tery, en guitarras y voces oportunas, y Andy, que le da a la batería como nadie en este país y alrededores, hacen todo lo posible para que brille el colectivo. Por eso cuesta imaginar un Carajo sin alguno de estos tres integrantes.
Frente a Frente ya comienza a despedirse de su etapa de promoción y está llegando el momento de darle paso a lo nuevo. No hay una consigna o excusa puntual para juntarse en Flores más que volver a apreciar la forma en que el grupo encuentra más y más variantes para que cada show termine siendo inolvidable. Y la velada resulta especial con tan solo hacer unos retoques a la lista de temas y sacudir los cimientos del lugar. Simple y concreto.
En el recinto se siente la misma ansiedad y emoción de la primera vez. Y se percibe desde temprano en los gestos y miradas de aquellos que no están para nada interesados en averiguar si existe algún pasatiempo que resulte más atractivo para este sábado a la noche. Saben que no lo encontrarán. “Él es feliz yendo a recitales, él anda suelto por esta puta vida”, podrían corear tranquilamente en señal de respuesta.
Trágico mundo caído baja el telón y oficia de arranque furioso y demoledor pasados apenas unos minutos de las nueve de la noche. Y enseguida vienen Drama, el del video a oscuras, y La venganza de los perdedores, tema en clave Chop Suey, de System of a Down. Explota todo.
Carajo ya justificó la convocatoria y va por más, sabiendo que tiene un arsenal de hits ahí abajo, en esa hoja de papel que está pegada en el piso. Y no sólo hay furia, también agregan colores con el metal-reggae llamado Zion, de Inmundo, y melodía reflexiva con Virus anti-amor, de El mar de las almas. Vuelta al último disco y llega el Shock. Y vuelta a principios de siglo con Salvaje, un himno que encarna como ninguno el sentido de pertenencia carajero.
Refresco, una toalla en la cara, como manda el viejo ritual de los tenistas, y a seguir batallando hasta el final. Se van con Acido, tema que abrió los shows hasta hace un par de años, Sacate la mierda, que los cerró durante mucho tiempo, y Joder, ese que aplica en cualquier momento de la noche, y en cualquier pasaje de la vida.
Alejandro Panfil
Fotos gentileza Mauro McBraian
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