Esta ¿obra? (“Obra es ‘La gaviota’ de Chejov, no esto”) tiene una decidida perspectiva feminista poniendo sobre el escenario a 5 mujeres que interactúan pero interviniendo con breves sketches o mini-monólogos cercanos al stand-up. El eje que todas comparten es ser mujeres de maneras muy diferentes pero respondiendo a las mismas presiones, a los mismos estereotipos. Mariela Asensio es y hace de directora de la obra, funcionando como un espejo del personaje más contundente de este “combo trash de emociones variadas”. Ella se disocia para exponer una parte suya que necesita su día de furia, su catarsis explosiva. Mariela parece no querer hacerse cargo y pedalea en el fondo en una bici fija, escuchando música propia y aislada de su creación. Mientras tanto el alien de Mariela, Melina, que surge enojada de sus mismísimas entrañas y discursos se desviste para mostrar que no es escultural, que no tiene mil horas de gimnasio y dietas y que la genética no ha colaborado para que encajara como corresponde en una sociedad llena de casilleros. Feminista hasta la tetas pero ni femenina ni masculina, harta de saber que vive bajo un código represivo e injusto del que no logra escapar. Mariela pedalea hasta el agotamiento para que no se le caiga el culo y dar forma a sus piernas mientras que su alter ego Melina, gordita pero culta, lúcida pero resentida y, obvio a dieta, desenmascara a nuestra sociedad y nos convoca a despertar. La consigna de Vivan las feas es el deseo: desear para vivir mejor, desear para crecer y desarrollar nuestras capacidades, desear para innovar.
Además la acompañan los estereotipos del pasado y del futuro: Ana María, un ama de casa de la tercera edad que se siente útil como un microondas; y Josefina, una joven hermosa que muestra su cuerpo en las redes sociales para sentirse deseada y no desentonar. Ninguna de las dos se caracteriza por ser inteligente ni, mucho menos, culta, pero cada una aporta una experiencia que es invaluable, porque dan testimonio de nuestro colectivo perverso. No importa si lo que dicen es verdad o mentira, lo que importa es que sienten y viven el miedo de sentir y vivir, mucho menos pensar o sobresalir.
Este es un ambiente de gimnasio de barrio donde todas confluyen, aun la asistente de dirección, Paola, que no puede más que servir unos daikiris de una mesita en el fondo y a la que no dejan participar: “Vos callate que no tenés rol”, la ubica Melina.
Como toda verborrea es trágica y a la vez ridícula porque sabemos que tiene razón en todo lo que dice pero lo único que podemos hacer para contrarrestar tanta injusticia es reír, a carcajadas si es posible. Y aparece Arjona como el mayor exponente de nuestra cultura doble-moralista. Es el tipo que se supone que admira y casi endiosa a las mujeres y con ese mismo discurso justifica los peores estereotipos, como cuando para no parecer racista comentás: “Yo tengo un amigo negro”; o peor, queriendo denunciar la xenofobia te indignás: “¡Me dijo boliviano!”. Es para reírse hasta apretar el gatillo.
Vivan las feas está los lunes a las 21:15 en el Teatro la Comedia (Rodríguez Peña 1062, en frente a la galería Bond Street).
Excelente reseña, excelente obra. Excelente!