No se había abierto el telón y ya Jerónimo Alderete decía: “Buenas noches, nosotros somos In Corp Sanctis y estamos presentando El Magistrado”. Enseguida empezó a sonar un tema cuyo virtuosismo instrumental -extraído quirúrgicamente de lo más psicodélico de los 60s- es completamente incapaz de negar su nombre: Storm. De ahí en adelante el variopinto público del Roxy Live fue empujado a un éxodo colmado de misticismo a lo Yardbirds con diversos chispazos de Grand Funk y ciertos ascendentes tipo Hendrix.
De su nuevo álbum tocaron seis temas del total de ocho que lo componen (León Mexicano, Yelmo de Hierro, Marionetas, Deux Ex Machine, La Infinidad del Placer y El Magistrado), todos interpretados sólidamente con una gran impronta transitada entre híbridos de sonidos tan dúctiles y enérgicos como clásicos y modernos. Su música se mueve en disparejos espacios mentales y es tutelada por velocidades tornadizas y muy versátiles que parecen no tener punto de retorno.
Por mi parte, ya había tenido la fortuna de verlos una vez en el Liverpool y debo aceptar que aquella calurosa noche me forjaron una espinita que hizo que me reconciliara parcialmente con el rock psicodélico tan tristemente violentado y vulgarizado por “músicos” con más ínfulas que talento.
De esta manera, y en un show muy corto, In Corp Sanctis demostró que es una banda que no tiene desperdicio en vivo: todos sus instrumentos son acoplados para la improvisación y sus efectos sonoros –y electrónicos- son cuidadosamente elaborados generando en el escucha una atmósfera experimental muy parecida a la que exploran bandas de la talla de Radio Moscow, The Flying Eyes y Tame Impala. Si alguien no los conocía y caló en el Roxy -de buenas a primeras- de seguro se llevó una muy buena impresión.
CJay Jaramillo
Fotos: Dahian Cifuentes
brandyconcaramelos.wordpress.com 
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