Lamentablemente los viernes tienen una desventaja para las bandas que tocan temprano. Muchos de nosotros terminamos tarde de trabajar y no pudimos estar en el Uniclub antes de las 9 PM. Por lo pronto cabe mencionar que pasaron Sutrah, Gripe y Hërpes que son parte del elenco estable de la compañía stoner de Buenos Aires.
A eso de las 9:40 arrancó Banda de la Muerte, que es una de las bandas más punk de la escena. Ya es una obviedad que el stoner no es un género rígido y mucho menos en su desarrollo en estas tierras. Claro que el Metal está detrás y marca a fuego el sonido de todas estas bandas, pero de maneras muy diferentes. Banda de la Muerte es el hijo reconocido de Black Sabbath y Black Flag y todo queda bien black. Con un gran cantante que por momentos me recuerda a Fer Ruiz Díaz pero que tiene una personalidad escénica menos fiestera y más contundente para pasar su mensaje, Banda de la Muerte le arranca un muy buen pogo al público presente con El sol salió del sur de Pulso de una mente maldita (2012) mientras nos vamos aprendiendo las letras de su último laburo 8894. De este último trabajo sonaron varias, Ejército de uno entre mis preferidas (que abre el disco bien arriba). Se van celebrando a aquellos que son distintos porque quieren cambiar la realidad en la que viven. Está claro que este festival es un modo de construir otra forma de vivir, de hacer y escuchar música y de compartirla.
Los sets son cortos porque el formato festival así lo exige. Yo siempre me quejo de los festivales por ser bolsas de gatos inmensas en donde nada se conecta con nada. Por el contrario, acá en el Noiseground todo está en perfecta continuidad y por eso la brevedad de los sets se presenta como una buena noticia. Colabora con que nos dé el cuero para ver un poco de cada cosa y vivirlo al máximo.
Cierra esta fecha, con los bombos y platillos de Huija, Los antiguos. Pato Larralde es un tipo que además de cantar con una perfecta dicción y una voz súper distorsionada, anima la velada, se emborracha y danza cual ritual báquico. La sola presencia en escena de los 5 músicos puso a la gente eufórica y desde el primer al último tema el pogo no sólo no paró sino que fue aumentando en adrenalina. Tocaron el Madera Prohibida completo mechando algunos temas de Simple. Imperdibles sonaron Nervioso y ebrio y La culpa al viento, con el Uniclub entero coreando los estribillos mientras Pato sostiene el micrófono para que se escuche la voz de la manija stoner. Está claro que es el momento de la consagración de Los Antiguos: una fuerza de atracción que no se puede rechazar y te mueve el cuerpo desde adentro. Todos saben todas las letras, todos conocen las partes de guitarra y batería, todos festejan la oportunidad de saludar a Los Antiguos y disfrutarlos. Pato les devuelve el saludo casi uno por uno. Aprovecha los momentos en que no canta para ver quiénes están y personalizar este encuentro. Cada tanto había que recordarnos que era un festival y no una fecha de Los Antiguos, porque la gente se sintió en presencia de lo que había venido a buscar. Hace muchos años que una banda no provoca este fenómeno en un público que es exigente y no es especialmente bailador. Se anuncia el fin de la velada más rockera que tiene Buenos Aires (gracias a Favio Flores) con El inventor del mal y Hecho a mi medida. La conexión es total y hecha a medida de la tribu.
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