Katon: «Katon» (2015)

katonDe la totalidad de la escena stoner de la Argentina, Katon es la banda que más rememora los sonidos iniciadores del género fundado por Yawning Man y perfeccionado por Kyuss, por allá en las inmediaciones de los ochentas en Palm Desert (California).

Este power trío nace en 2013 a orillas de la laguna que tan asombrosamente engalana a Chascomús, pero tiene como cuartel general -de ruido y distensión- la ciudad de La Plata.

Su disco debut, titulado Katon revela un hard rock corpulento, un stoner severo que apenas permite pasar saliva entre tema y tema para emprender el viaje de descarga por la autopista valvular que propone su música. Katon es un trabajo concreto y rígido al que no le sobra ni le falta nada. Sus guitarras -elevadas por Furia quien también oficia como voz- están colmadas de una crudeza digamos desértica: sed, calor, frío, perturbación, alucinación, liberación… El bajo –a cargo de Roberto– funciona como una locomotora independiente que trastorna el sistema distorsivo enchufándolo con inquietas espirales de fuego. En batería, Fran pone a prueba el brío de la banda con golpes secos y cambios de ritmo fulminantes.

Escuchar Katon es escuchar la solidez de un proyecto que enclaustra potentemente un ADN con innegable talante blusero, que sabe zapar entre la cólera de un buen punk y la sobrecarga de un estrepitoso grunge. Su fundamento es la distorsión y, claramente, la categoría stoner es exigua para el universo y los espesores sonoros que traza.

El disco lo componen cinco temas -para nada timoratos- que duran 21 minutos y 56 segundos: Desierto rojo, Lobo, Radionucleido, Nahual y Montaña negra, están dispuestos para poner al escucha en la carretera que va directo al otro lado de la consciencia. Estos temas están acompañados de un bonus track que dura 27 minutos y 31 segundos titulado Regular Robert, que es una miscelánea experimental de sonidos brutales muy bien armonizados.

En el disco sobresalen riffs intensos a lo Pentagram, Nebula y Queens of the Stone Age que rápidamente van generando centelleos de adrenalina a lo Wolfmother, Los Natas y, por supuesto, Kyuss, su influencia más innegable.

Ahora bien, en la producción visual del disco hay un dato que para nada es menor y que es digno de resaltar: seis chicas fueron incrustadas como gemas en el engranaje del diseño y la composición: la responsable de que uno se detenga en el arte del disco es Camila Díaz. Su esquema cromático sugiere al portador una suerte de poder inflamable y pirotécnico mordaz, que se duplica con la mirada fija de una femme fatale llamada María Galati, que oficia en la tapa -desafiante y díscola- con su tatuaje de Electric Wizard flotando en la garganta. También podemos ver el trabajo fotográfico de Luciana Demichelis, Sofía Páez y Victoria Mahía con la asistencia en vestuario de Rigoberta del Tesouro.

Impecable trabajo el de los chicos de Katon en esta ópera prima que anuncia, sin vacilaciones de ningún tipo, una vida larga y boyante saturada de invulnerable rock.

Gio Jaramillo (CJay)

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