La honestidad y el aire fresco que el rock argentino necesitaba llegaron desde Zárate. Sí, con cara de diablillos que en algún momento iban a meter los dedos en el enchufe aparecieron estos punks sin uniforme llamados Los Rusos Hijos de Puta, que de un momento a otro pusieron todo patas para arriba y provocaron esas ganas enormes de trasnochar en cuanta sala, grande o pequeña, se presentasen. «Esas ganas de sentirse libres con tan poco», cantaban en esas largas noches allá por el verano de 2014 y marcaban la tónica de la simpleza avasallante que se venía…
Nadie los esperaba y hoy son imprescindibles para entender la autogestión y el hecho de ir por más aunque no se tengan más herramientas que unos instrumentos y un puñado de canciones incendiarias, esas que empezaron a sonar poco a poco en las radios alternativas, canciones que también los llevaron dos veces a México. Increíble, real, contagioso y emocionante es este momento que atraviesan LRHDP, que tras aquel atrevido cassette llamado Hola, en el que arremetieron con himnos como Tu Mami o Carmelo, hoy ya son una propuesta consolidada que se ve reflejada en La rabia que sentimos es el amor que nos quitan. En este disco, 11 canciones terminan de redondear la idea inicial de un grupo que deja ver algunas influencias pero que no las saca a relucir para ser el Danger Four de alguien. Las incorpora a su propia receta que seguirá, tal vez, conquistando los oídos y reclutando seguidores no sólo acá, sino en otros países que ya saben de su existencia.
Respecto de Hola (2013), Luludot va decididamente al frente y saca toda su rabia en Snowball, Halloween, Fan, Nada y Los Pibe. Energía pura, distorsión y alaridos enojados que no pasan desapercibidos. “Los que dicen que hacen y después no hacen, me llenan de mierda!!!”, escupe la Rusa y se hace cargo, yendo para adelante y, por sobre todo, haciendo, por más negativas que se presenten a diario.
Julián no se queda atrás y aporta su voz punk, futbolera y algo melancólica en Indiana, La Federal y Bien bien bien, una versión libre autorizada por la mismísima Yoko Ono, la culpable de todo. Santiago Mazzanti y Flor Mazzone, las dobles Z de la banda en bajo y batería, respectivamente, empujan hacia adelante como dos pilares neozelandeses para que Los Rusos no pierdan ni fuerza ni contundencia.
Los Rusos Hijos de Puta, el aire fresco y la honestidad que el rock argentino necesitaba, pudieron haber hecho la larga fila de las bandas imitadoras de Calamaro para copar las radios y llenar estadios, pero eligieron el camino más largo, el de ser originales y llenar corazones. Y así y todo ya tienen dos discos en la calle.
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