Los Rusos Hijos de Puta y otro asalto a ruido armado [review]

Ver a Los Rusos Hijos de Puta siempre es un lujo. Pareciese que tuvieran una puesta en escena cuidadosamente pensada para cada recital. Pero no. Ellos son, antes que cualquier cosa, espontaneidad y autonomía. Y mucha indisciplina. Su música lleva a lugares marcadamente distintos. Un día están oscuros y rabiosos. Otro día están alborozados y radiantes. Nudistas, enamorados, odiosos o panfletarios. Qué más da. Cada show trae su propia vuelta. Y hay que atajarlo como venga. Son ellos. Y nada más parece importar, exceptuando a su creciente público que participa -tanto como ellos- en la conformación de aquella traviesa y pícara atmósfera rusohijodeputera que tomó por asalto a ruido armado la madrugada del Konex.

Su música va en aumento. No hay duda. Suenan bien. Experimentan. Meten aquí, sacan allá. Sus canciones, escuchadas una y otra vez, revelan un esmerado trabajo en disposiciones sonoras que, como hemos afirmado desde esta tribuna varias veces, supera con creces las etiquetas, generando un cóctel del cual se pueden separar perfectamente sus partes y saborearlas con el mismo gusto como cuando están todas juntas. Con ellos no hay pérdida. Te arrojan picas directo a la cara, al corazón, a la cabeza, a la realidad, a los sueños. Son como proyectiles que te sacan de la vida muerta a la que estás abocado y te acribillan el miedo a despertar.

Las cosas a oscuras se ven mejor, dice la RusaLuludot antes de hacer explotar su garganta. El Ruso Julián es versatilidad pura. Y ni el reposo ni la paz son con él ni con su guitarra. Mazzanti es una bestia que revienta, que disloca, que devora todo con su bajo. Y Flor, al fondo, en la batería, desgrana el aire caliente y punzante, con sus crisoles de rapidez.

Los temas son los mismos de siempre pero recalco el hecho de que nunca son iguales: Tu mami, Nubarrón, Fan, Carmelo, La Federal,  Hambre, Los pibe, Snowball, Nada, entre otras. Pasadas las tres de la mañana terminan su panegírico de desobediencia y sedición, de amor y rabia y no hay otra opción que celebrarlos y salir a caminar por el túnel hasta encontrar el final de la luz y, hecha otra vez la oscuridad, no volver a cerrar los ojos y gritar contra todo como si fuera el apocalipsis.

En definitiva los invito a todos a hijodeputearse antes de que se acabe el año para que así haya un motivo para empezar el siguiente.

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