Es verano y obviamente hace calor. No hay niebla ni frío. En nada se parece esto a Rusia, mucho menos al Manchester de los ochentas, ese que logró ponerse en el mapa gracias a grupos como Joy Division, The Stone Roses o los Happy Mondays.
Es difícil recrear atmosferas que están tan lejos tanto en lo geográfico como en lo temporal, pero los Motorama, grupo post punk ruso (oriundos de Rostov del Don) con admiración profunda por el sonido que lograron sus idolos en la capital industrial de las islas británicas, se las arreglan para contagiar su trance invernal a unos cuantos entusiastas que recién están comenzando la tercera quincena veraniega del 2016.
En el escenario no se nota una gran euforia. Como dirían los relatores de fútbol, “la procesión va por dentro…”. Están compenetrados en sus instrumentos y parecen relojear lo que hacen los demás. Es más, da la sensación de que cada uno está pendiente de que el otro no pifie. Pero no, son así, y su único objetivo es poner cuerpo y mente en lo que están haciendo y darle buena música al público.
Es curioso lo minimalista del asunto. La batería de Oleg Chernov de milagro tiene un redoblante, un bombo y un hi-hat. Y también pequeños son el bajo y la guitarra que se intercambian Vladislav Parshin y Maxim Polivanov entre tema y tema. Tal vez tantos cambios se deban a que la bella bajista Airin Marchenko no forma parte de esta gira. Al menos es una teoría posible…
Corona, Two stones y Winter at night son algunos de los temas que pasan fugazmente durante su presentación en el local de Niceto Vega. La sorpresa es grata, desde luego. Los Motorama, ningunos rusos hijos de puta, se animaron a lo desconocido y un público porteño con toques indie y muy receptivo, también. Y por eso, aún tratándose de un martes 2 de febrero en Buenos Aires, la apuesta valió la pena.
Alejandro Panfil
Fotos Walter Orol
brandyconcaramelos.wordpress.com 
Dejá tu mensaje