“Esta ficción es, a fin de cuentas, una investigación sobre nuestras vidas. Las reales y las posibles. Sobre lo que somos y sobre nuestra responsabilidad con lo que buscamos”. Honestidad pura en la definición que la compañía Un Hueco da sobre su última creación, Prueba y error, en Timbre 4. Los que fueron probando y equivocándose son los propios actores y su director, para armar esta obra que, hay que decirlo, es casi perfecta. Porque es creativa en su modo de relatar, tomando efectos dignos de una película. Porque propone un espacio siempre abierto que deja expuesto el artificio sin perder el verosímil. Porque cuenta una historia sin recurrir a golpes bajos que emocionen a los espectadores. Porque se apoya en el trabajo de grandes actores y una niña de 12 años que se banca todo. Porque se desarrolla en dos planos y le pone cuerpo a lo psíquico-emocional.
Pero la palabra clave en ‘casi perfecta’ es ‘casi’. Es difícil explicar por qué un esfuerzo que es tan excepcional desde lo técnico no logra un efecto más impactante en el espectador. Es indudable que se trata de un buen intento, pero me dejó la sensación de qué podía haber estado al servicio de una historia un poco más contundente. Ocupando el escenario grande de México en Timbre 4 y con la compañía de un piano que sincroniza sus melodías y ruidos, siempre sin redundar, con cada escena, al final se torna un poco larga y pierde dinamismo.
Se trata de un artista cínico y divorciado que entiende que todo vínculo personal es un estorbo para su inspiración, especialmente el que mantiene con su hija (Camila) que está por cumplir 12 años. Su ex-mujer en pareja con el amante de su hermana, quien a su vez está casada con su mejor amigo. ¡Cierren el círculo y velen por él! La ex-mujer enfrenta poderosos fantasmas que recuerdan un brote psicótico, mientras Sergio (el artista) se debate desde el limbo la pureza de su vocación en contra de los snobs que tienen el poder de llevarla desde el hobby hasta una profesión.
Pero la vedette en escena son esos reflectores móviles que crean las escenas, cierran y abren los planos, nos meten en la intimidad de la confesión y nos sacan a la exterioridad de las miradas de todos. La escenografía se mueve, se arma y se desarma como en una animación tracción a sangre. Es de una destreza destacable. Aun la actuación excepcional de Anabella Bacigalupo en el doble rol de hermana y ex-mujer hace difícil explicar que esta obra trasmita tan poco. Con un final de estilo La Naranja Mecánica pero sin violencia y bastante más infantil, se pierde la oportunidad de darle una vuelta más a un debate demasiado trillado en torno al arte y la industria, y también en la relación de los niños atrapados en las neurosis parentales y familiares. La pequeña Luna Etchegaray hace un hermoso papel y logra transmitir esa fresca indiferencia de la pre-adolescencia.
“You can’t always get what you want” ¡qué se le va a hacer! Prueba y error justifica su título e invita a quienes tengan ganas de verla a desengañarse, porque semejante trabajo técnico y actoral da suficientes argumentos como para, al menos, sospechar que el error sea mío.
Prueba y error está los jueves a las 21h en Timbre4 (México 3554, esquina Boedo)
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