La alegría de vivir, el optimismo ante la más retorcida adversidad, la felicidad permanente y hasta forzada parecen ser el imperativo de estos tiempos en los que las redes sociales se convierten en compendios gratuitos de autoayuda, y los libros de Coelho o Jodorowsky se venden más que los de Schopenhauer.
Bueno, no. No siempre se puede estar de buen humor y, más importante todavía, no hay por qué estarlo. ¿Por qué aguantarse las ganas de putear al perro del vecino que nos despierta un domingo a las seis de la mañana? ¿Cómo no indignarse con quienes usan remeras de los Ramones o Joy Division sólo porque el logo es copado? En fin, ¿qué problema hay si despotricamos contra el clima y el tránsito, o si los festejos de fin de año nos desquician un poco?
Alan Dimaro, un lobense melómano y multifuncional, hace ya algunos años se asumió como un cabrón crónico y aprendió a reírse de ello. Entonces fue cuando se le ocurrió hacer un personaje de sí mismo y comenzar a escribir Cabrón. Historieta autobiográfica!. Brandy con Caramelos tuvo la oportunidad de leer el tercer número, ese que se terminó de imprimir “en el lluvioso abril de 2016”.
Si bien en los episodios que conforman el libro hay un hilo conductor (que no es otro que la cotidianeidad misma del autor) y una historia que comienza con una mudanza desde Ituzaingó hasta Lobos y termina con las inusitadas peripecias de la paternidad, Cabrón 3 no es una novela gráfica en sentido propio. No hay continuidad necesaria entre capítulo y capítulo más que la diaria de una persona-personaje cuyo estado de ánimo está siempre al límite del desborde pero que, sin embargo, aprecia los momentos de disfrute con la familia y los amigos, las tardes nubladas con mate y tortafritas mediante y, por supuesto, la música.
De hecho, para el ojo entrenado (¿?) la música es una presencia constante, y no hace falta abrir el libro para darse cuenta de eso: la misma tapa es una “parodia/homenaje” a la del disco Brick by Brick, de Iggy Pop (“Tiri Pop”, según la pequeña Alma). Pero, además, cada capítulo consigna el disco que Alan estaba escuchando al momento de dibujarlo, y en el que en más de una oportunidad descubrimos una manifiesta inspiración. Esas pequeñas anotaciones al pie funcionan, podría decirse, como una especie de playlist cargado de punk y metal con el que recorrer estas 116 páginas en las que también encontramos anécdotas vinculadas, entre muchos otros, con Rammstein, Aerosmith, Mötley Crüe, Kiss, Iron Maiden, y hasta más de un tributo al eterno David Bowie.
En pocas palabras, Cabrón 3 es una lúcida, divertida y autogestionada mirada de la realidad, de esa realidad que pocos entienden que “no está edulcorada” y a la que a veces se saborea mejor con ají puta parió.
Acá el link del Facebook para que leas algunos capítulos y sepas dónde conseguirlo.
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