El punk rock no es eso que escuchan los pendejos que no tienen nada que hacer. Para muchos pendejos y también para muchos cuarentones es un refugio, es diversión, es escuela y es también un espejo donde mirarse y saber quién carajo son. Y así como existen distracciones que nadie se toma el trabajo en cuestionar, como ver Tinelli, salir a cazar Pokemones o hablar por celular mientras se maneja, también existe esta variante del rock que va en contra de las convenciones tácitas que llevan al ser humano hacia su inevitable debacle.
El punk rock es el que nos sacude y nos limpia la cabeza cuando el disco rígido está lleno de archivos basura, es el que nos hace bailar cuando no tenemos ni idea de cómo hacerlo y es el que también nos da un techo cuando el día es una porquería como un martes 6 de septiembre en Buenos Aires.
La lluvia y el frío afuera no permiten a ningún arengador de vereda demorarse para ver si otros se suman al cántico de borrachín prematuro. Tampoco hay ganas de exponerse a que el clima se salga con la suya. Lo importante está adentro del Malvinas Argentinas. Lo sustancioso es el punk rock que convoca a multitudes a pesar de que muchos ya se han gastado una buena moneda para ver a 2 Minutos celebrando sus casi tres décadas en el Luna Park.
El Rockout chileno por primera vez está listo para abrir una sucursal porteña y no lo hace mezclando estilos. Lo hace a puro punk rock, ya que los metaleros que también cruzaron la cordillera fueron llamados a reunirse en un festival casi ya por fuera de esta bendita ciudad. Y como a veces está bien que las cosas no se mezclen, se agradece la selección para contar pura y exclusivamente con sonidos y mensajes más o menos parecidos con Lash Out, Anti-Flag, Dead Kennedys, Cadena Perpetua y un cierre a puro hit pegadizo con The Offspring. A priori, se podía llegar a cuestionar un poco el orden de los factores, pero a posteriori el producto no fue alterado. Ya verán…
Lash Out es punk con presencia y actitud. Son de Campana, la tierra de los Fun People, y eternos vecinos de Zárate, el hogar de la mitad de Los Rusos Hijos de Puta. Se divierten en el escenario, ven que cada vez llega más gente y se portan como grandes anfitriones. La mesa está lista para más. Y la tarde noche comienza a avanzar para el disfrute y para generar un poco de calor humano. Es necesario, ya que a pesar de estar adentro del recinto todavía hay bronca porque septiembre se está portando como un verdadero traidor.
Desde Pittsburgh, Pennsylvania, salen a tocar los Anti-Flag. Carismáticos, movedizos, todos vestidos de negro y con un mensaje bien claro. No se bancan lo que la mayoría se banca, porque debe haber respeto mutuo y desterrar al racismo, a la homofobia y a los policías que abusan de su uniforme. Vienen de los Estados Unidos a plantar posición sobre temas que ya no pueden ser postergados. Saben de lo que hablan y lo gritan en un repertorio que va desde Fuck Police Brutality, This Is the End (for You My Friend) hasta Die for the Government, ya con el bajista Chris Barker y el batero Pat Thetic tocando entre el público. Saben de dónde vienen y por eso también tocan I wanna be sedated, de los Ramones, y Should i stay or should i go, de The Clash. Se van haciendo reverencia a los Dead Kennedys. Y las leyendas que no extrañan demasiado ya a Jello Biaffra toman el escenario y lo dejan chiquitito con MTV Get off the Air, Nazi Punks Fuck off y Holiday in Cambodia.
No parece el momento más cómodo para salir a tocar para los Cadena Perpetua. No porque sea una obligación ser más que Dead Kennedys, sino porque en los preparativos de su propio show tal vez se pierden de ver en acción y disfrutar de cerca a los de San Francisco. El punk rock no admite competencias estúpidas. El pogo no es una pelea. Los golpes y los moretones implican una fraternidad más honesta que la que rezan lemas de ciertos países centrales.
Abren con I Wanna Destroy You, de los Circle Jerks, y Sigo acá, dos de Malas costumbres (2003). Liquidan el pleito con Si me ves, Algo personal y No mires al cielo. Se van a ser espectadores del plato fuerte de la noche. Se merecen el descanso y la primera fila para ver a los máximos fabricantes de hits que ha dado el punk rock en toda su historia.
Se llaman The Offspring. Vinieron muchas veces, pero seguirán viniendo por inercia y por la fuerza natural de canciones indestructibles de ayer y hoy que los sostienen como una banda grande que surgió durante la caprichosa ola de neo punk que le dio de comer a MTV a mediados de los noventa. No son ningunos boludos que no supieron cómo dominar la fama chiclosa de Americana. No cruzaron esa línea que sí cruzó Green Day para volverse una banda emo que vende mucho pero que ya pocos toman en serio. El grupo de Dexter Holland puede vender millones de discos y seguir mezclándose en un festi punk en el culo del mundo. Crease o no, son creíbles. Y se nota.
Abren el fuego con You’re Gonna Go Far, Kid, de Rise and Fall, Rage and Grace. Siguen All I Want, de Ixnay on the Hombre, Come Out and Play, de Smash, Original Prankster, de Conspiracy of One, y meten un gancho a la mandibula con Bad Habit y What Happened to You.
“¡Buenos Aires! Es muy bueno estar de vuelta. Ustedes son el mejor público que hemos tenido jamás”, dice Noodles, el mismo que también declara que le gusta Adele. Pero se la banca con sus riffs, sus arreglos y su parecido punk a Elvis Costello. Mucho más se la banca cuando comienza Genocide y te mete Hit That como si fueran caramelos en lugar del cambio.
No hay respiro. Papá Noel trajo la bolsa cargada y no para de sacar regalos: Want You Bad y (Can’t Get My) Head Around You, Pretty Fly (For A White Guy) y The Kids Aren’t Allright. Toman una isotónica in the back y vuelven con Americana y Self Esteem. ¿Más? No hace falta, ya volverán. Y con viento, frío, lluvia o hielo harán lo suyo. Punk rock al calor de las masas.
brandyconcaramelos.wordpress.com 
excelente nota.