Attaque es Attaque y no hay vueltas que darle. Te puede gustar más, menos o nada, pero no podés negar que es una de las bandas emblemas del punk nacional. Un recital de Attaque 77 siempre vale la pena, al menos para ver qué se siente estar ahí, agitando, pogueando esas letras que conocemos prácticamente desde siempre. De hecho, el año que viene la banda cumple 30 años y a Mariano, aunque un poco confundido con las fechas, parece gustarle la idea de hacer otro Obras. Al menos eso nos dijo este último sábado hacia el final del recital que dieron en Museum Live.
Un lugar admirablemente lleno para un fin de semana largo de diciembre fue testigo de la presentación de los cuatro temas que integran el volumen 1 de Triángulo de fuerza. Nada de bandas soportes: directo al plato principal. Entraron con Ejército de Salvación y Como salvajes, o sea, con toda la fuerza. Lo bueno es que no hacía tanto calor como para querer salir huyendo después de las primeras rondas. Así que la potencia, ayudada con ese increíble sonido de Museum, siguió con tres clásicos noventeros: Más de un millón, Alza tu voz y Justicia. Ese combo de alto contenido político que te hace parar dos segundos y preguntarte por qué será que esas canciones son atemporales; por qué mierda todavía siguen siendo tan vigentes.
Mientras diferentes logos de Attaque 77 hacían de fondo discreto, se escuchó un repaso de una gran discografía compuesta de tantos hits que uno puede intuir que en breve se incorporarán todavía más. Llegó el turno de A cielo abierto y Mariano hizo su descargo. Puede que a algunos no les guste el tema, pero la preocupación por las mineras es real y el compromiso se tradujo en una letra directa, sin vueltas. Crecimos, no podemos volver atrás, y las broncas nuevas inevitablemente se suman a las de antes, las de siempre. Ok, quizá se deliraron un poco con esa especie de reggae dedicado al innombrable ex-presidente, pero bueno, se dieron el gusto, ¿qué tanto problema, gente? Última generación, en la que se puede apreciar en parte la misma inquietud, vino un poco antes de cerrar el primer set con Ángel.
La primera tanda de bises fue acústica. “Nos estábamos por quedar sordos”, comentó con supuesta seriedad el señor Martínez y un poco de razón tenía, aunque no creo que haya sido un problema para nadie. De todas maneras, un poco de relax vino bien. El cover Redemption Song fue el ápice del vuelo y luego de tanta seriedad vinieron Beatle y Crecer para remontar la alegría. Cerraron las cortinas y era sabido que faltaba Canto eterno para completar la presentación de la novedad. El segundo set retomó la distorsión y aunque amagó a cerrar con Western (de hecho, fue el único tema con su propia proyección), los hits esos de los que parece que no pueden escapar hicieron su aparición. Espadas y serpientes y, claro, Donde las águilas se atreven. Sí, sí… ¿qué importa que las hayamos escuchado mil veces? ¡Vayamos por mil veces más! Por algo Attaque es Attaque.
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