Continúa creciendo la escena under porteña y por suerte está Brandy con Caramelos para contarlo. Bandas que ya no son tan emergentes -pero que disfrutan aún del circuito independiente- se dieron cita el sábado para deleitar en el Heavy Noise Fest 2017 edición verano.
Cinco bandas fueron las protagonistas en esta fecha, que tuvo solo un día de despliegue pero que no defraudó: Psicosfera, Undermine, Montañas, Anomalía y NUM, en ese orden, mostraron sus credenciales ante un Roxy lleno durante un sábado con sabor a domingo.
Si bien no llegamos a ver a las dos primeras -por ello pedimos disculpas, nos resarciremos en otra oportunidad- vimos como tras las puertas del fondo del Roxy la congregación metalera se reunió para alabar al género.
Montañas, la primera banda que llegamos a ver, manejó un sonido compacto y se puede decir que a nivel instrumental suena mucho mejor en vivo que en el EP homónimo que presenta en su bandcamp, lo cual es muy bueno.
Con reminiscencias noventeras, esta banda mezcla algo de stoner y sludge con voces claras y efectos «reverb» que tuvieron su clímax en Páramo y en temas que adelantaron de su próxima producción llamada Cargados de furia los cuerpos resisten, que de acuerdo a lo que presenciamos, tendrá un sonido más evolucionado y con un riffeo y punteos más pesados. ¡Diez puntos para la remera de Kvelertak del violero!
La siguiente en la lista fue Anomalía. Creo que no hay nada más para decir. Esta banda continúa cultivando su séquito de seguidores con su deathcore insignia. No solo sus arreglos son brutales, sino que además la puesta en escena crea una atmósfera única. Los riffs rápidos y los breakdowns característicos del género fueron notablemente apreciados en esta banda que técnicamente es impecable.
Ante la falta del mosh pit que el deathcore exige, el pedido del vocal fue orden. Si bien no se formó la mejor de las licuadoras, quizás por la hora y una falta de dosis cervecera, el mayor movimiento en el público se registró con Anomalía.
En conjunto, la voz de Ramiro Arias, que varía en tonalidad con precisión a la par del virtuosismo de Iapalucci y a las bases de Olarte y su bajo de seis cuerdas y el doble bombo de la bata de Cuello, la banda presentó en su mayoría temas de su último trabajo, del cual destacaron Una Vida en el Infierno y El Océano del Olvido. No llegaron a tocar un último tema ya que los dedos de Iapalucci supieron quemar un cabezal de su amplificador ante el pedido recurrente de volumen.
Y así llegó el turno de NUM. Liderados por Nacho Álvarez, esta banda tocó tan fuerte que hicieron falta tapones para los oídos, cuando de repente estos cinco tipos se tomaron el escenario para retumbar las paredes del Roxy.
Ante todo, NUM es una de esas bandas que se sienten como una familia, la pasan bien juntos y se nota. Notas de humor y cálidos agradecimientos al público se mezclaron con esas letras viscerales y sonidos que mezclan el doom, el thrash, con pinceladas del sludge del sur estadounidense y elementos extremos que, a veces, suenan a Meshuggah.
Con la cabeza de un lado a otro y los cuernos al aire, la bendición del metal, temas como Espacio Tiempo y Beth se escucharon en el cierre de una gran fecha con esta banda que está en camino a ser leyenda viva. Tras su obligado repaso de temas de sus dos producciones, la banda presentó un par de temas nuevos, en los que aún trabaja en reclusión para finalizar en este 2017.
Andrés Carrizosa
Fotos: Tomás Montag
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