Samsara Blues Experiment: desestabilizar y sacudir el hábito [review]

Parece claro que con el stoner y la música psicodélica el viejo rock ha experimentado una suerte de segunda juventud. Probablemente gracias a Kyuss, Sleep y toda la movida desértica -entre otras cosas, claro- hubo como un reverdecer de los sonidos valvulares, los Moogs, los drones -de guitarra, aunque los otros también son bastante populares-, el cabello en general, las barbas luengas -esto especialmente en hombres-, etc. Entonces, pasamos a escuchar, básicamente, música de los 70’s en equipos nuevos. Vino viejo en odres nuevos, como quien dice.

Muchas veces el truco funciona. Lo hemos visto y lo vemos bastante seguido en los antros rockeros capitalinos, sin ir más lejos, y si uno tiene la posibilidad de viajar, la cosa se pone realmente buena. De modo que parece que el sol brilla para quienes, como yo, el goce estético les pasa por guitarras distorsionadas, oscuridad y existencialismo con aire acondicionado.

Sin embargo, claro, no se puede volver al lugar donde uno fue feliz. Las bandas se multiplican y la movida crece, pero a veces uno tiene la sensación de que tienen todo pero les falta “eso”, mojo. Ya saben qué es. Es esa sensación como de inminencia de una revelación, de vértigo ante el lado oscuro que te hace sentir una energía extraña. De modo que, muchas veces, repetimos el ritual a la espera de que ocurra el milagro y se queda uno con la sensación de que es todo un simulacro armado para evitar el riesgo de buscar sensaciones nuevas. Creo que Samsara Blues Experiment sabe presionar los botones adecuados, y logra justamente abrir esa dimensión medio lovecraftiana de locura y oscuridad que consigue, por momentos, desestabilizar, sacudir el hábito. Eso es todo un logro.

Pero antes unas palabras para las bandas soporte. Elefante Guerrero Psíquico Ancestral me pareció mucho más convincente que la última vez que los vi. Parece haber una conexión un poco más profunda entre los integrantes que hace que todo parezca fluir un poco más. El sonido también luce más compacto y homogéneo y estos son sin duda logros. Lo que me pasa es que no entiendo a veces cuál es la dirección de las incursiones guitarristicas virtuosas, los cambios de ritmo y las variaciones armónicas. No quiero decir que es malo -sería una locura decir que es malo-. Es solo que a veces no logro entender la unidad “narrativa” de cada tema. Lo que sí se puede percibir es la búsqueda. Creo que eso es lo más importante y lo que puede renovar en el mediano plazo a un género que necesita urgentemente que lo renueven. Una última cosa. El slap. ¿Really? Yo prohibiría el slapping o lo regularía fuertemente para que sólo pueda ser empleado en recitales de funk y cortinas de sitcoms de los 90s. Pero quizá soy sólo yo. Puede ser, eh.

Sutrah tiene lo que le falta a EGPA. Tocan con un aplomo enorme y toda la banda suena como un mecanismo asentado por el trabajo continuado. Lo que no tienen es la aventura de EGPA. Si tuviera que elegir alguna banda para poner en un disco a Marte música sacra stoner, pondría a Sutrah. Es pesado, es oscuro, está distorsionado, la batería suena fuerte, no hay slapping (ja), etc. No es muy emocionante pero es efectivo  tiene todo lo que nos gusta. Como para tomar cerveza y jugar al pool con tus amig@s en un bar de motociclistas -no sé qué escuchan los motociclistas, quizá escuchan cumbia y yo sólo estoy amplificando un prejuicio extraído de Terminator II, seigual-. Las dos bandas constituyen una combinación interesante de clasicismo e innovación.

Dicho esto, Samsara Blues Experiment es otra liga. Otro planeta. Música para armar un culto satánico en el desierto. Es muy estimulante el modo en el que usan el vocabulario de la psicodelia stoner para construir su propia identidad, que depende en buena medida de la profunda voz de ese Nick Cave alemán llamado Chris Peters.

En un show de algo más de una hora -si no recuerdo mal-, visitaron lo más representativo de su discografía, que incluye su celebrado cuasi debut Long Distance Trip -2010- y material de Revelations & Mystery y Waiting for The Flood. Muy interesante y tal como la imaginaba la enérgica ejecución de mi favorito personal Hangin’ on the Wire, en la que aparecen los dos rasgos que creo que hacen la diferencia para la banda: la voz cavernosa del cantante y la preocupación por que las canciones sean eso, canciones, y no meros vehículos para el despliegue de la improvisación limada que tanto nos gusta. Con esas dos cosas -y un montón de improvisación limada, no digo que no- Samsara Blues Experiment lleva su acto lejos, muy lejos, mucho más lejos que lo que Muddy Waters hubiera creído posible con tres acordes y una escala.  El 12 de Mayo sale disco nuevo. A prestar atención.

Luis Barone

Fotos: Héctor Palacios para Noiseground

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