Los ojos de Ana [Teatro]

Es muy difícil hablar de esta obra. Los ojos de Ana tiene como personaje principal a Ana, que nunca aparece. Porque el drama de Ana es el eje sobre el que giran las historias de los otros que no la ven. Ana es una adolescente superdotada que tiene un ojo de cada color, como si esto dijera algo importante de quién es. Esto es todo lo que sabemos de ella. Lo que nos cuenta Luc Tartar, el dramaturgo francés que escribió esta obra, es todo lo que aquellos quienes viven en torno a ella hacen con ella y con sus vidas. Y lo que decide mostrarnos Paula Marull, su directora, es una radiografía de la sociabilidad contemporánea, vencida, quebrada, agotada.

El problema es que Ana es víctima del bullying de sus compañeros de escuela, situación que lleva a un momento límite de violencia luego de que Ana presente en clase de literatura un texto de Miller, Las brujas de Salem. Pareciera con este texto dar las claves de su persecución a los alumnos que, en el fondo, le temen. El problema es, en rigor, las miradas. La mirada de Ana es insoportable para sus perseguidores porque ella, tan inteligente y extraña, sabe demasiado. Ana es la bruja que cataliza las ausencias de los otros, que sirve de chivo expiatorio de sus padres, de sus profesores, de sus compañeros.

Paula Marull utiliza todo el espacio que puede en la sala del Espacio Callejón. La obra está por todos lados: arriba, abajo, detrás de la puerta, en el altillo. Nuestra mirada repone todo eso que está presente desde la ausencia, porque estamos en medio de un mundo que no nos da salida. Es una ficción que desborda la sala y nos envuelve. Las actuaciones son todas maravillosas pero se destacan María Marull en el rol de la madre y Ezequiel Rodríguez en el del padre. Estos seres, víctimas de la realidad, de sus exigencias y de sus expectativas, son incapaces de tender ni el más mínimo puente con su hija o entre ellos. Sus fantasías los mantienen encapsulados en completo aislamiento y son el signo de la incapacidad de los humanos de responder al llamado del mundo de manera coordinada. Somos individuos perdidos en nuestras ficciones, en nuestros dolores, en nuestros abandonos.

No hay manera de comentar esta obra sin hacer mención de sus momentos musicales. Ya en Yo no duermo la siesta la directora y dramaturga utilizaba el momento ‘musical’ para darnos el lugar exacto en que toda la obra implota. Y en este caso recurre al mismo recurso que maneja con tanta naturalidad para llevarnos hasta las lágrimas de dolor pero entre risas.

Los ojos de Ana es un trabajo maravilloso de un grupo que muestra un compromiso existencial con el texto. La iluminación que nos guía a través de las escenas que están por todos lados, la puesta que exprime hasta la última gota del espacio, las actuaciones que en su dramatismo muestran la verdadera historia que no cuentan, en fin, todos los elementos están dados para que el pesar individual ponga en escena las incapacidades colectivas para ser convocados por el dolor del otro. En rigor, todos llaman pero nadie responde.

Los ojos de Ana está en el Espacio Callejón (Humahuaca 3759, esquina Bulnes) los viernes a las 20h.

Ficha técnico artística
Autoría: Luc Tartar
Traducción: Humberto Pérez Mortera
Actúan: Federico Buso, Elisa Carricajo, Agustín Daulte, María Marull, Manuel Melgar, Ezequiel Rodríguez
Voz en Off: Agustina Cabo, Laura Grandinetti, Macarena Jensen, Micaela Vilanova
Escenografía: Julieta Kompel
Diseño de vestuario: Jam Monti
Diseño de luces: Matías Sendón
Sonido: Micaela Vilanova
Asistente de producción: Claudia Bataglia
Asistencia de dirección: Claudia Bataglia
Dirección: Paula Marull

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