Monte Melnick: vivir en la ruta con los Ramones y sobrevivir para contarlo

Monte Melnick estuvo desde el primero hasta el último día activo de los Ramones, incluso desde antes, porque era muy amigo de Tommy, y hasta un tiempo después, ayudando a Marky, que necesitaba un manager para su carrera solista, aunque esto último no resultó lo esperado por ambos.

No sólo era roadie de los Ramones, lo que para este caso sería una simple etiqueta. Se encargaba de absolutamente todo, desde manejar, acostar, despertar, medicar, pagar cuentas…Siendo prácticamente el padre de los miembros de la banda, se ocupaba de todo, menos de tocar y grabar, por eso era el quinto ramone y por eso no le pareció nada fuera de lugar escribir un libro y contar su versión de los hechos, que para muchos terminó siendo la más cercana a la verdad.

On the road with the Ramones (En la ruta con los Ramones) tuvo su primer lanzamiento allá por 2003 y, en 2017, en medio de múltiples homenajes, ya que el año pasado se celebraron los 40 años del nacimiento de la banda, Planeta publicó una reedición argentina, pero no como una redundancia innecesaria, ya que muchos aún no han tenido la oportunidad de leer la primera edición, y porque, además, incluye un capítulo final contando los entre telones de las varias visitas que hizo el grupo a nuestro país, cuando a esa altura de su carrera esa posibilidad ya ni era parte del mejor de los sueños.

Mariano Asch, fan acérrimo, único periodista en el mundo que entrevistó a los ocho Ramones y, desde hace muchos años, promotor de shows, se encargó de esas líneas finales en las que cuenta al grupo desde una óptica argentina, en un intento de procesar ese fenómeno que hasta el día de hoy sigue creciendo en estas tierras. Esa óptica argentina está lejos de haber sido metida a presión, ya que esa óptica terminó siendo fundamental para el grupo.

Pero, más allá del capítulo que aportó Asch, es una gran oportunidad para conocer mejor al personaje de Monte, un tipo fundamental junto a Johnny para mantener a la banda en pie durante 22 años, y alguien que, por su rol de road manager y padre adoptivo, vio todo en primera persona. Por ende, lógicamente es el más indicado en todo este planeta para aseverar o desmentir viejas anécdotas y episodios curiosos a lo largo del tiempo que duró la banda, a diferencia de los otros libros que fueron edulcorados según su autor y que en sus páginas cuentan desde las exageraciones de Dee Dee (Lobotomy: Surviving the Ramones) hasta la conversión en buen tipo de Johnny de parte de su esposa Linda y John Cafiero (Commando), pasando también por un Marky que cuenta cómo les puso los puntos a todos en su debido momento (Punk Rock Blitzkrieg).

Monte relata cómo era tratar con cada uno de ellos, juntos o por separado. Y deja un sinfín de anécdotas imperdibles, como la de ese Johnny siempre tan ahorrativo en busca de su millón de dólares para el retiro que en los raiders de Lollapalooza, una oportunidad única y tardía para la banda, aprovechaba para solicitar bebidas alcohólicas de buena calidad, aunque no bebía, y luego las metía en una bolsa para llevárselas a su casa. También Johnny es autor de otro típico desaire a todo lo que no fuera estadounidense: en Stonhenge, Inglaterra, quedándose en la camioneta mientras el resto se sacaba una foto con las famosas rocas, argumentando que eran “sólo un montón de piedras”.

El relato no apela a la prosa de Monte. Su tarea, junto a Frank Meyer, fue darle voz a una gran cantidad de protagonistas y el texto está estructurado en una sucesión de citas presentadas con nombre y apellido. En ellas, por ejemplo, Danny Fields,  primer manager de la banda, reconoce haberse acostado con Dee Dee, sugiriendo que todos debían haber hecho lo mismo, y CJ cuenta, como si nada, que estuvo a punto de levantarse a Julia Roberts.

Por supuesto que Monte también relata lo ya conocido: los sueños de los comienzos, las traiciones, la falta de reconocimiento de la industria y la caída, uno a uno, de los soldados que dieron cuerpo y forma a los Ramones.

En la ruta con los Ramones es un viaje a la intimidad del grupo como sólo lo podía lograr la objetividad y neutralidad de Monte Melnick, un sacrificado y leal trabajador al servicio del grupo de Forest Hills que los quería y sufría a todos por igual. Fue quien condujo la camioneta sin cesar durante 22 años y es quien hoy los extraña como nadie. Su versión de los hechos es palabra autorizada, por encima de otras múltiples versiones de otras múltiples voces. No por nada Monte es considerado el quinto ramone.

Alejandro Panfil

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