De Boogarins se puede leer que giraron por todo el mundo, que han tocado en radios prestigiosas de los Estados Unidos y que son, sin dudas, exponentes de lo más experimental y vanguardista que hoy se pueda escuchar en el continente. Todo muy lindo al leer el currículum, pero nada de eso se compara a comprobar en vivo que son sensacionales y que tienen un container de nuevas ideas en sus mentes, lo que provoca que haya más ganas de profundizar sobre su historia y sobre su música, esa que ya tienen y se conoce y esa otra que vendrá.
Habían venido ya en 2014 y habían dejado una marca que nunca se borró, por más que los grandes medios de por aquí los ignoren completamente. Y gracias al entusiasmo de ellos y al empuje de productores locales que hicieron el esfuerzo de traerlos nuevamente, casi en el cierre del año se dieron una nueva vuelta por esta ciudad y tomaron impulso para hacer sus primeras apuestas en Córdoba, Mendoza y San Juan. Porque van en serio y porque son serios. Boogarins no sólo es música, Boogarins es sensaciones, climas, amistad, experiencias y movimiento constante por todos los rincones del globo a los que su música les permita llegar. Su condición de nómades los hace mejores. Y su carisma, psicodelia y buen gusto ya no proviene de Goiânia, es made in el mundo.
Boogarins es una banda que no se deja llevar por lo que se hable de ellos. Prefieren arremangarse, embarrarse, exponerse, conocer a la gente y falar ese portuñol que tanto les gusta. Y ahí se los ve, encargandose personalmente de su mini puesto de merchandising en el que venden sus discos de Lá vem a morte y unas riñoneras bastante singulares que también desde el propio escenario luego se encargan de ofrecer. Dinho, que estuvo hace unos meses en Baires con Ultravespa, su primera banda, dice por lo bajo que el nuevo disco ya está listo y que va a pasar por los últimos retoques antes de salir a la calle. También cuenta que luego de la gira se irá unos días a Goiânia para estar algún tiempo con sus familiares. Los extraña de tanto andar en la ruta. Y también le sucede lo mismo al resto de la banda, ya que por la calidad de su música y su proyección internacional es muy difícil que puedan vivir el día a día de su ciudad natal. Por eso la disfrutan más, ya casi desde una mirada de turista.
Temprano, Niceto luce bastante despojado, pero se irá completando progresivamente coincidiendo con la expectativa casi exclusiva por ver a Boogarins. Pasan los australianos de DZ Deathrays, que se acomodaron en esta fecha por ser un día después de la verdadera razón por la que vinieron, el Aussie BBQ en La Tangente, y despliegan un arsenal de riffs a dos violas y sin bajo. “Son una onda Royal Blood”, alertó un amigo en la previa de la noche anterior y en parte tenía razón, porque, al igual que los británicos que giraron con Foo Fighters en 2015, armaron la banda con formación no convencional (RB es un baterista y un bajista) y de hecho musicalmente tienen algunas semejanzas. In Corp Sanctis, lo previo inmediato a los brasileños encargados del cierre, aún están en fase de búsqueda de una identidad. Por momentos se van para el rock sureño y por momentos deambulan por el pop y algunos matices de música electrónica. Tienen mucho empuje y la vida por delante. Lo lograrán.
Boogarins tiene tres discos imperdibles y los repasa en esta noche especial de reencuentro con los argentinos. Y a sus temas consiguen darles siempre una nueva vuelta de tuerca. Su búsqueda es incesante, por eso les encuentran a esos temas un brillo extra que ya parecía imposible de hallar. Improvisan, de a ratos, pero lo hacen basándose en una precisión asombrosa y un gran manejo de las situaciones, como si llevaran varias décadas haciéndolo. Lo hacen porque pueden y listo. “Somos jóvenes con muchas cosas en la cabeza”, le dijeron a Brandy. Y eso se nota durante la hora y pico que dura su show en el que pasan, entre otras, Lá vem a morte, Elogio À Instituição do Cinismo, 6000 dias (Ou mantra dos 20 anos) y San Lorenzo.
La deuda ya está saldada. El reencuentro es un hecho y también es historia que demandará un nuevo capítulo en un futuro cercano. Se van, responden que no tienen más canciones preparadas y le dan paso al DJ de Niceto. Ya está. Ahora que la mente emprenda el viaje con los Boogarins y que el mejor de los recuerdos complemente la escucha de sus discos.
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