Este último domingo Rock N’ Chop eligió a Bulldog y a Cadena Perpetua para dar inicio a una serie de tres recitales en honor a los 100 años del Club Obras Sanitarias, ese club cuyo estadio se convirtió en paso obligado para cientos de músicos nacionales e internacionales y, por supuesto, para nosotros. También Cadena, como cada diciembre, festejó en esta fecha su cumpleaños número 27, aunque el festejo más íntimo, creo, fue el 15 de noviembre durante la proyección de No mires al cielo. Sea de ello lo que fuere, lo cierto es que para deleite de los veteranos y –espero– encanto de los novatos, el “Templo del Rock” (“Obras” para los amigos y “La casa de los Ramones”, para el Chino Biscotti) volvió a albergarnos como supo hacer tantas otras noches.
Pasadas las 20.30, con un estadio prácticamente lleno, salieron los rosarinos Guillermo, Hernán, Ramiro y Adrián con todo: No te aguanto más, Circo calesita y Antigil, fueron los temas elegidos para el triplete de apertura. Le siguió Sangre y fuego, single del disco homónimo recién salido del horno y del que, contrariamente a lo que cabía esperar, no tocaron sino unos pocos temas más. Eso sí, sonaron clásicos, como Fatal destino, Volar volar y Algún día. Y antes de que pudieran cantar “que viva el vino y el porrón”, muchos salieron al patio de comidas y birra al aire libre montado atrás por Isenbeck para refrescarse unos minutitos nada más. ¡Qué pena! No van a salir en el DVD que estaban grabando… Casi en seguida arrancó Cadena. Tan enseguida que el primer tema, Malas costumbres, nos tomó un poco por sorpresa y a algunos los encontró intentando burlar la seguridad para pasarse de platea a campo.
Hacía diez años que el Vala, el Chino y Edu habían tocado en el estadio en un show que quedó inmortalizado en el disco y DVD En vivo en Obras y que terminó por consolidar el destino del trío que, en esta oportunidad y al igual que en aquel entonces, optó por recorrer la discografía con los infaltables Como poder, De más y Algo personal, entre otros, a los que se sumaron algunos temas que en el 2007 todavía no habían visto la luz, como Delincuentes o Mutantes. Una cosa hay que reconocer: pasan los años, pasan los gobiernos, y los temas de Cadena siguen tan vigentes como cuando los tocaron por primera vez… “Tantas banderas trataron ser la solución, tantas palabras que muy poca gente entendió”, cerraban la noche los acordes de Sobrevivir.
Bandas hermanas, que vienen tocando juntas desde hace más de dos décadas, que comparten prácticamente el mismo público, que, en pocas palabras, no sólo son de un mismo género, sino de una especie casi en extinción: merecían su Obras juntos. Es más, me animo a decir que si tocó una antes que la otra fue por la sencilla razón de que no podían tocar a la vez. Lo que quiero decir es que no hubo teloneros, sino dos bandas principales, cada una con un show de igual duración, de igual intensidad, de igual calidad. Eso sí, aunque no faltó la lluvia de papelitos a la que nos tiene acostumbrada la hinchada cadenera, debo decir que me pareció que ya para los últimos temas el público estaba un poco estático, al menos de la mitad hacia atrás. Quizá haya sido el cansancio que inevitablemente llega cuando va terminando un fin de semana largo, quizá el calor… De todas maneras, es lo de menos. El cariño de la gente y la fuerza de estos dos grandes se siente con independencia de cuánto mosh se haya desplegado durante la noche.
Lo más importante, lo que me llevo, fue esa sensación de volver y estar como en casa, ellos y nosotros. De volver al hogar y pasarla bien con los amigos, con la familia, incluso con los que no conocés pero los ves ahí, firmes en la brecha, cada vez que nos juntamos a festejar que, parafraseando una letra por todos conocida, “cantando hemos de morir, cantando nos han de enterrar, cantando hemos de ir al cielo o al infierno quizás”.
brandyconcaramelos.wordpress.com 
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