Y un día la estudiantina stoner de Los Devas cumplió años y el Emergente de Almagro se vistió de fiesta. Fiesta un tanto accidentada, como cualquier estudiantina que se precie. Fiesta, también, por la efervescencia de un público fiel que, al parecer, es de esos públicos que han comenzado siendo amigos y han logrado encontrar en los recitales una excusa -más que válida- para juntarse.
El show en sí comenzó con una puntualidad aceptable. Justo dando ese minuto extra para la dosis de bebida a base de cebada de último momento. Lo que no llegó a un nivel aceptable con la misma velocidad fue el sonido, que recién se normalizó llegando casi a la mitad del show -obligando, aunque no sé si fue por este motivo, a una interrupción de unos minutos al principio, cambio de instrumento incluido-. No voy a entrar en detalles, cosas que no suenan, cosas que suenan mucho, cosas que suenan como no debieran, etcétera.
Si uno ya conoce la banda, además, termina no siendo para tanto. Los Devas hacen un stoner con mucho de tradición, y si Los Natas son la ortodoxia inicial del stoner argento, pues son Los Devas los que siguen ese camino de líneas menores y modos dóricos sobre ritmos de chacarera XXL. Esto mueve la fibra de la nostalgia y es ideal para el cuelgue, aunque puede resultar un poco repetitivo para los espíritus un poco más audaces. Por mi parte, io con todos me ievo bien, como diría el efímero Peter de los Polvorines.
En cualquier caso, un recital de stoner clásico se puede apreciar sin incursiones sónicas exóticas y, de hecho, se puede apreciar aún si uno no conoce los temas. Todo lo que tenés que hacer es flotar en el sonido y esperar la tormenta mental -o como mínimo el chubasco psicológico-. Los Devas explotan eso. Los pasajes sonoros extendidos y difuminados, contrastados con ostinatos maléficos y guitarras robustas son el corazón de la propuesta. La lista de temas en sí incluyó temas de su primer disco, Vulkania, de 2014 y de un trabajo de este año, el EP Invisibles. Bastante parejos ambos, aunque se aprecia una evolución bienvenida en el segundo trabajo.
Para concluir, un show redondo de una banda que sin darte cuenta ya se hizo mayor. La propuesta está pulida por el paso del tiempo, aunque se podrían corregir algunas carencias vocales y dejar de dialogar tanto entre tema y tema. En cualquier caso, convendría actualizar la lista de insultos entre banda y público amigo a un formato políticamente más correcto -no pasó nada, la práctica es, parece ser, una de las formas del cariño-.
Con disco nuevo, con diez años de historia y con, aparentemente, la misma voluntad de seguir dándole duro al valvulismo stonero, Los Devas han llegado a la mayoría de edad. Así que ojo, llevar siempre los papeles y descartar llegado el caso. Felicidades!
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