Es difícil saber si en realidad fue su último show. Acostumbrados ya a las tantas “últimas giras” que las bandas promocionan, a veces sería mejor anunciar que se toman un tiempo. Aunque siempre queda la duda. Lo cierto es que la banda de rock psicodélico y matices stoner de la ciudad de Baltimore, Maryland, Estados Unidos, decidió hacer sus últimos shows en la Argentina: se presentó en el Cosquín Rock y luego, un lunes feriado, hizo lo suyo en un lugar más íntimo de la escena porteña, Club V. Allí la banda no tuvo una presentación con nostalgia. De hecho, pareció una noche más.
El potente sonido de la banda, sin embargo, siempre fue fiel al género: distorsión, efectos de pedal, una bata fuerte y una voz limpia entretejidos con una base imponente de bajo dieron como resultado una receta digna durante poco más de una década.
«Buenos Aires es un lugar muy especial en nuestros corazones porque siempre será la primer ciudad donde tocamos en Sudamérica», le dijeron hace un tiempo a Brandy con Caramelos durante una entrevista. Es que The Flying Eyes se convirtió en Buenos Aires en una especie de banda de culto, de la mano de Noiseground. Sin ser espectaculares, supieron darse un lugar y congeniar con las demás bandas locales del género que, incluso -a opinión personal- tienen propuestas más interesantes.
Sin desmeritar un trabajo con esfuerzo que los llevó a destacarse no solo en su país sino en algunos de Europa y Sudamérica, The Flying Eyes se despidió de los escenarios en suelo argentino entre un público disperso que, quizás, desconocía que asistía a su última presentación. Por lo que se percibió, se divirtieron hasta el final. Quizás no todo debe terminar con nostalgia…
Texto y fotos: Andrés Carrizosa
brandyconcaramelos.wordpress.com 
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