Si hay una banda que ha sabido mantener su esencia y sonido, mutando y perfeccionando su sello a través del tiempo, es Deftones. Abandonando las etiquetas de lo que alguna vez se definió como nu metal, la banda del Chino Moreno supo despegarse de aquella triada (Korn-Limp Bizkit-Deftones) a la que perteneció como exponente del género y se mantiene en pie, entregando placas con regularidad y brindando shows de primer nivel que, aún después de más de 20 años, tienen la autenticidad de la escena metal/hardcore que los gestó en Sacramento, California.
En una presentación que hizo un repaso casi lineal de sus trabajos, del más viejo hasta hoy –pero dejando afuera, curiosamente, su más reciente producción, Gore-, la banda abrió su fecha en suelo porteño con Headup, de su segunda placa, que de inmediato derivó en un mosh que se mantuvo durante los primeros temas, quizás los más enérgicos y unos de los más recordados: Be Quiet and Drive, My Own Summer y Around the Fur.
La secuencia fue de mayor a menor en términos de potencia, con picos en el medio típicos de esa melodía experimental que concretó su reputación, allá por el 2000, con White Pony, y que continuaron desarrollando en los discos que lo sucedieron. Fue así que llegó Elite, con la desgarradora voz del carismático Chino, seguida de Digital Bath y Knife Prty, temas con un fuerte background ambiental derivado de las máquinas sintetizadoras de Frank Delgado, que junto a los golpes de Abe Cunningham en la bata retumbaron por todo el Luna Park.
Más tarde vendría, del mismo álbum, otro gran himno: Change (In the House of Flies), pero antes apareció Rosemary, ese tema sideral de Koi No Yokan de altibajos donde los riffs de Carpenter hicieron un perfect match con las ya de por sí ambiguas letras amortiguadas por la voz del Chino.
Fueron sorpresivos temas de perfil más bajo como What Happened to You? y Kim Dracula, justo en el medio del show, que dieron respiro y brindaron otra atmósfera que no desentonó en ningún momento con la propuesta, pero que no es lo que se esperaría de la banda en vivo. Y siguiendo con lo que pareció ser una decisión técnica, llegaron Diamond Eyes, You’ve Seen the Butcher y Rocket Skates, todas de su sexta producción, que moldearon la recta final, con la emotiva Minerva sirviendo de antesala al gran mosh en el centro del Luna Park con los desgarradores Nosebleed y 7 Words, que dejaron golpes, sudor y sonrisas en las caras del séquito de fans argentinos, tal como quedó registrado en la cuenta de Instagram de la banda.
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