“El rock radical vasco, un sonido genuinamente callejero que se extendió como un reguero de polvora por nuestros valles y llanuras, produciendo una explosión a ritmo de reggae, de ska, de punk, de heavy metal, cuya onda expansiva todavía dura entre nosotros…”. Así introduce Roberto Moso, cantante de Zarama y periodista, en el documental Aquellas Movidas-Rock Radical Vasco, de 2013. Y hoy, cinco años después de emitido por primera vez y dos después de dar el OK para una entrevista con Brandy con Caramelos, finalmente se concretó esta entrevista en la que recuerda aquellos años de ebullición y qué es lo que queda en la actualidad. Pasen y lean, que es imperdible.
-¿Cuál es el momento exacto en el que se funda el Rock Radical Vasco?
-La etiqueta en sí nació en el año 1983. Después de un concierto contra la entrada de España en la OTAN. José María Blasco, que ejercía de mánager de algunas bandas y escribía artículos en el diario EGIN (hacer) lo escribió por primera vez en la sección “Plaka Klik”. A partir de ahí el sello Soinua, muy cercano a José María y el propio mánager crearon una escudería para divulgar la marca con fines comerciales. Así nació la etiqueta, pero el movimiento, que venía funcionando desde años atrás de forma espontánea y sin padrinos claros tuvo, en mi opinión, otro origen. El grupo femenino de punk “Vulpess” de Bilbao apareció, casi por accidente, en un programa de Televisión Española allá por el 82. Presentaban la escena musical de Bilbao y fueron convocadas de urgencia porque había fallado otra banda. Su tema “Me Gusta Ser Una Zorra” escandalizó a la derecha rancia española y la fiscalía general del Estado les puso una querella criminal. Eran unos años en los que nos estaban vendiendo el paso a la “modernidad” después de 40 años de franquismo. El escándalo “Vulpess”, que hizo correr ríos de tinta desenmascaró toda aquella fiesta de la “Movida Madrileña” tan celebrada por el nuevo poder social-demócrata y vino a decir “el rock todavía puede incordiar al establishmen” y “En el País Vasco no estamos para celebraciones hipócritas”.
-¿Cómo fue eso de que la escena punk más grande del país no empezara a desarrollarse en Madrid?
-Madrid y Barcelona, como es lógico tuvieron sus bandas punkeras antes de la “Movida”. “OX POW”, “La Broma de Satán”, el primer “Ramoncín” o “La Banda Trapera del Río” son algunos ejemplos contundentes. Pero eran francotiradores que funcionaban por libre. No llegaron a formar una escena sólida. Eso sí, todos ellos (y otros) influyeron también en el posterior estallido vasco.
-¿Sin crisis económica y sin marginalidad social no habría sido posible el nacimiento del Rock Radical?
-Se juntaron varios factores. Los ochenta fueron en el País Vasco muy intensos en varios frentes: Cierre de grandes fábricas que habían sido el eje de la economía; aparición de todo tipo de substancias desconocidas en un momento en el que miles de jóvenes estaban ávidos por probar emociones nuevas; años de intensa actividad de ETA y grupos afines y sus correspondiente actividad represiva por parte del Estado…
-Cuéntanos un poco a propósito del eufemismo Zona Especial Norte y su influencia en el surgimiento de la escena.
-El plan ZEN eran, básicamente, una serie de medidas puestas en marcha por el ministro del interior de la época, José Barrionuevo, para que las fuerzas de seguridad supieran cómo actuar en el País Vasco. En su texto se pueden encontrar desde recomendaciones a la hora de interrogar hasta descripciones del “joven radical tipo” pasando por un listado de los barrios “más conflictivos”. Dicho ministro acabó en la cárcel condenado por ser uno de los creadores del grupo terrorista GAL. El plan ZEN fue una más de las medidas represivas que hacían de Euskal Herria un lugar distinto, como su propio nombre indica.
-¿El punk es producto del aburrimiento, del odio, de la frustración? ¿Por qué?
-La primera oleda punk, la más interesante para mí, es un producto del cansancio. La escena rockera estaba muy aburrida con tanto grupo gigantesco inalcanzable. Hacía falta algo cercano, divertido, iconoclasta y que hablara de los problemas e inquietudes de las nuevas generaciones. Después han surgido nuevas oleadas y el punk, en general tendió a tomarse demasiado en serio a sí mismo. Yo me quedo con el espíritu inicial de los Pistols, Ramones, Clash, etc…
-¿Cómo aparece y cómo acoge la juventud Radical el pensamiento ácrata?
-Muchos de los elementos de ese pensamiento están en el germen de la generación RRV. La autogestión, la ocupación, la creación de radios libres y fanzines, la organización al margen de las instituciones…
-¿Cuáles fueron las bandas más duras de la escena?
-RIP, Cicatriz y Eskorbuto tenían fama de serlo…
-¿Cómo fue la relación entre bandas icónicas del Rock Radical Vasco?
-Hubo de todo. Al principio todo eran mutuos reconocimientos y “buen rollito”, pero después empezaron las diferencias de fama, cachet, tamaño de letras en los carteles y aquello de “Eso háblalo con mi mánager”. Fue lamentable, pero con el paso del tiempo lo veo hasta comprensible. El mercado siempre acaba imponiendo su terca ley… Ahora mismo mi relación con los supervivientes es estupenda…
-¿Cómo era la personalidad y la vida en general de Josu Expósito cuando formó parte de Zarama?
-Josu era entonces una auténtica bomba. Un chaval entusiasta y lleno de ideas. Vivía en la ladera de un monte, en casa humilde pero con unas vistas increíbles. Desde allí maquinaba todo tipo de tropelías. Mis recuerdos asociados a él en aquel tiempo son todos magníficos. Era un visionario, un tipo arrollador. Quizás no supimos estar a su altura.
-¿Cantar en Euskera no era una forma de nacionalismo?
-Es posible, pero hacerlo a ritmo de rock&roll irritaba a la mayoría de los nacionalistas de la época, empeñados en preservar el euskera para la música tradicional. Era una provocación a varias bandas y, además, nos encantaba como sonaba.
-¿Por qué (generalmente) para el Rock Radical fue más importante cantarle al Estado que a la Iglesia?
-Nosotros hicimos “Dominus Bobiskum”, un tema contra las religiones en clave de humor. No sabría decirte por qué unos temas interesaban más que otros. La iglesia vasca tuvo mucha complicidad con los movimientos obreros durante la dictadura. De hecho el franquismo fusiló a varios sacerdotes vascos. Es posible que esto tenga algo que ver. Sin embargo destacaría dos temas al respecto: “Salve” de la Polla Records e “Inkisición” de Las Vulpess.
-¿Puede considerarse el Rock Radical una suerte de sociología situacionista?
-Es el producto de una situación muy concreta y, seguramente, irrepetible. Lo cierto es que todas las bandas creímos estar siendo originales y nos sorprendimos de ver cuántos otros habían tenido la misma, o parecida idea.
-¿Por qué el Rock Radical no fue una simple moda?
-¿No lo fue? (je je) Bueno, sin duda ciertas poses, lemas y actitudes se pusieron de moda en un tiempo concreto. Otra cosa es que la palabra moda tenga unas connotaciones negativas en ciertos ambientes. Pero no fue una moda “simple” como algunos tratan de presentarla. Hubo mucha imaginación, mucho trabajo y mucha organización y no solo en la música.
-¿Cuál fue la clave para que la escena perdurara en el tiempo, incluso, hasta hoy?
-Diría que la clave principal son las canciones. Por mucha sociología que hagamos, todo estaría olvidado si no fuera porque ciertos temas han quedado en la memoria colectiva y siguen sonando, cuando menos te lo esperas, en la radio o en el bar. El hecho de que muchos jóvenes en Latinoamérica conectaran con lo que cantaban Eskorbuto o La Polla Records también fue fundamental, y bastante sorprendente, la verdad, porque nunca hubo una gran campaña de multinacional detrás.
-¿En algún momento el Rock Radical se volvió más una excusa para el hedonismo que para la resistencia y denuncia antisistema?
-Quien monta una banda de rock tiene algo de hedonista. Así lo veo yo. Una banda no es una ONG es, sobre todo, un proyecto con el que aspiras a recorrer lugares, mostrar canciones, actuar en directo (lo que es bastante hedonista) y conocer gente. En definitiva: disfrutar. Si además lo que cantas conecta ideológicamente con muchas personas y sirve para agitar conciencias, pues mejor que mejor.
-¿Qué significó Discos Suicidas no solo para el Rock Radical sino para el rock español en general?
-Discos Suicidas compartió con Soinua y –en menor medida- con Elkar, la edición de los mejores discos de la época. Ellos se basaron más bien en Bizkaia, aunque también hicieron incursiones en otras provincias.
-¿Cuál fue el motor de la escena?
-Yo creo que el motor fundamental fue la gente. Toda esa increíble masa que se apuntó entusiasta a organizar eventos, ocupar casas abandonadas, crear emisoras y fanzines, presionar a ayuntamientos y también, claro, a formar bandas.
-¿Qué rol jugaron la heroína y la muerte en la escena?
-Un rol desastroso. De un día para otro la heroína pasó de ser algo exótico, que figuraba en las canciones de Lou Reed a estar por todas partes. Tras una primera fase de “luna de miel” llegaron todos los monstruos que eran previsibles: delincuencia, amistades y familias rotas, muertos por sobredosis o SIDA y como decía Burroughs “los mejores cerebros de mi generación destrozados”. No fue un fenómeno que afectara solo a los vascos, España entera conoció miles de muertos en los primeros años de la democracia.
-¿Qué logró o en qué fracasó el Rock Radical?
-El RRV logró crecer y sobrevivir al margen de las televisiones y emisoras de la entonces potente industria discográfica y crear canciones que perduran hasta nuestros días. También logró que se respetaran estilos hasta entonces menospreciados por la “inteligentzia” vasca como el “Ska”, el “punk-rock” o el “rock duro”. Su fracaso, paradójicamente, vino de la mano de su éxito. Cuando algunos grupos empezaron a ser masivos y a ver mucho dinero, entraron en la lógica capitalista y su radicalidad quedó en pura pose. Es un proceso muy habitual al que no se supo hacer frente.
-¿El documental “Aquellas movidas” fue una suerte de necropsia o consideras que la escena nunca desapareció?
-El documental “La Gran Martxa”, incluido en la serie “Aquellas Movidas” trata de ser un testimonio de un movimiento y una época concretas. El movimiento como tal ya no existe, pero es cierto que muchas de las bandas actuales tienen como referente aquella época y que después de aquello nada es ya lo mismo en el mundillo musical vasco.
-¿Qué perdió y que ganó el punk con las nuevas tecnologías?
-Tendríamos que empezar por definir eso del “punk”. Si nos quedamos estrictamente con el movimiento que surgió a partir de bandas como Ramones o Sex Pistols y se extendió en los ochenta por todo el mundo, las nuevas tecnologías han servido básicamente para extender mucho más su legado. Pero si entendemos el punk como una respuesta alternativa al sistema, heredera de otras anteriores y precursora de otras actuales (se les ponga la etiqueta que se quiera), las nuevas tecnologías han favorecido enormemente el “Hazlo tu mismo” y la comunicación internacional. Los actuales intentos por hacer una red más elitista, que llegan desde USA son un peligro muy serio al respeto.
-¿Qué piensas del punk actual tanto vasco como español?
-Actualmente el estilo musical que más molesta y más se persigue por parte del poder no es el punk, sino el RAP. Estamos conociendo un momento muy delicado en cuanto a juicios, multas, encarcelamientos y hasta exilios por culpa de la “ley mordaza”, que puso en marcha el Partido Popular y ahora tratan de cambiar. El verdadero espíritu del punk, está más en estos raperos que en las bandas marginales de punk, demasiado centradas en la añoranza.
-¿Qué sabes de punk latinoamericano? ¿Qué referentes tienes?
-Yo realizo, junto con mi colega Cristina Ardanza, un programa de Radio titulado “Aquí Macondo”, dedicado, sobre todo, a la música latinoamericana. En la sección de punk hemos pinchado sobre todo a los Saicos de Perú, a los Ratos de Porao de Brasil, a Flema y Las Manos de Filippi de Argentina y a Penadas por la Ley, una banda que reside en Bilbao pero está liderada por dos chicas argentinas.
-¿Qué tiene que pasar para que el punk muera?
-Todas las modas acaban pasando. Pero para que muera el espíritu “punk” (rebeldía, transgresión, sátira del poder) tendría que morir la humanidad misma.
Gio Jaramillo (Bogotá, Colombia)
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