Orquesta de Diablos irrumpió hace unos años en las interminables grillas de los festivales stoner del Uniclub. Dejó entrever algo muy especial en ellos. Entre otras virtudes, que son muy buenos músicos, que tienen carisma y que se mueven en el escenario como si hubiesen nacido allí mismo.
Sacaron un gran disco, La maldición, una joya con fuerza, ritmos variados, destreza y una gran y curiosa lírica. Encima, su aspecto diabólico les sumó por todos los costados. Sin embargo, desaparecieron por un tiempo y da la sensación de que perdieron algo de envión.
Pero por suerte ya están cometiendo diabluras nuevamente y prueba de ello es que hace unos días se subieron a las tablas del Salón Pueyrredón junto a dos bandas también poderosas como Vil Motor y Ordamental. Un contexto agradablemente noisy como para volver a llamar la atención y ponerse en sintonía con un público que los añoraba.
Su repertorio es compacto. Entre temas de su único disco hasta ahora, como El Veneno, y algún que otro adelanto de lo nuevo, Orquesta de Diablos recalcula y va por todo.
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