Cómo cuesta encontrar un line up de festival que realmente valga la pena pagar lo que haya que pagar, o que al menos no haya que lamentar lo pagado…Bueno, para aquellos que no acostumbran a comprar un oneroso billete sin saber quien carajos va a tocar, siempre existirán festivales donde la calidad esté garantizada pero avisada de ante mano. Y ese es el caso del Concrete Jams o de los Noiseground.
Desde hacía varios meses ya que todo el mundo sabía de qué se trataría, con Piba, Sentidos Alterados, Knei, Carca y Poseidotica. Lo único que cambió en el trayecto fue el venue, porque se pasó a último momento del Teatro Vorterix, idea original, a The Roxy. Y crease nomás que terminó siendo el lugar ideal, porque lució completo, porque el tiempo de cada banda fue el adecuado y porque la grilla tuvo coherencia y cohesión. A priori, por separadas, las diferentes propuestas parecían ir cada una por su lado, pero juntas demostraron que son dinamita.
Piba, de las múltiples bandas de mujeres que existen y buscan su merecido lugar en los escenarios, abrió la velada a eso de las 19, con una propuesta rockera y desinhibida con aires a Guachass. En su gacetilla figura como máxima influencia The Runaways. Y la salvaje interpretación de Cherry Bomb lo confirma.
No es para nada prematuro el reconocimiento que recibe Sentidos Alterados tras cada show. El boca en boca señala que la rompen y que conforman la banda que hay que ver sí o sí. Pajaro Rainoldi, Nacho Noceti, Mar Lasbats, Cocko Rainoldi y Octavio Bermejo Villarreal despliegan un set hipnótico. Dejan sin reacción cada vez que hacen su catarsis con La caída o Barrio Chino. Aviso: siguen vendiendo su vinilo a 500p. Es un regalo. Knei, con su rock clásico y pampeano, fue subiendo la intensidad hasta dejar el escenario incendiado a merced de Carca, el consagrado del under que sale a la superficie mainstream junto a sus amigos los Babasónicos.
Poseidotica le pone el sello y la firma. Aeroruta, con Nico Bereciartúa, y El dilema del origen son algunas muestras de lo que saben hacer estos laburantes de la excelencia y el buen gusto. Y en tiempos en que no todos pueden vanagloriarse de lo mismo, el Concrete Jams II sí es una promesa cumplida.
Alejandro Panfil
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