Viaje de Agua: el festival donde todo tiene que ver con todo [review]

Hace escasas horas se dio a conocer el muy ansiado line up de Lollapalooza 2020. Como ya se sabe, el circo itinerante de Perry Farrell dejó de ser un festival de rock, si alguna vez lo fue…Pero más allá de eso, su grilla es amorfa y caprichosa. Allí cuesta encontrar una línea artística, un eje conceptual, alguna conexión entre los 18 millones de artistas que pasan por los escenarios durante tres días. Está claro que la distancia entre Guns N’Roses y Nathy Peluso es mayor a la que hay de aquí al Dagobah System, donde nos esperaría Master Yoda con un guiso incomible, pero sean buenos, al menos habría que hacer un intento de colocar algo en el medio que justifique semejante variedad. En fin, el dinero habla. Y allá ellos.

Pero qué loco, porque en la misma semana, es decir unos días antes, se pudo disfrutar de todo lo contrario. Y llevado a cabo por pibes como vos y como yo. No es necesario revisar la caja de ahorro de los Poseidotica para saber que su difícil empresa de llevar a cabo año a año el Festival Viaje de Agua está más emparentada con un aporte heroico a la cultura que con contar billetes en plena Macrisis. Ojalá que tengan su retribución merecida. Mientras tanto es para agradecer que le pongan su marca a una propuesta tan variada pero a la vez homogénea. Por separado, lo que hacen Translúcido, Lucy Patané, Sauron y Massacre tiene poco en común desde lo musical, pero sí desde lo que pretenden para sí y su entorno. Quieran o no, son del mismo palo. Y eso sucede también con Marina Fages y con Pose. Es que en el Viaje de Agua, todo tiene que ver con todo.

Cae la tarde, pasaron Los Llanos, Los Tábanos Experience y también los IAH. En el escenario indoor, el de las columnas, Translúcido celebra su reciente paso por Brasil para girar y grabar su nuevo disco. «Nos lo vamos a tomar con calma», le cuenta luego el bajista Ramiro Rodríguez Goitía a este cronista. Lo suyo es instrumental y con ello logran aportar ambiente y buen gusto. Se van por la puerta grande del escenario. Han hecho un trabajo impecable. Afuera, casi de inmediato, arranca Lucy Patané y su brillante y mágica banda. Aire fresco. Mujeres en el escenario protagonizando un emocionante cambio de paradigma. Su música tiene vida propia. Y en vivo invitan a una experiencia imperdible y urgente. Sauron llama nuevamente al interior del Konex para seguir interpretando los temas de su vinilo Los ojos del cuadro y viejos clásicos. Pato Larralde y banda le meten potencia y, por sobre todo, contundencia al festival. Hay pogo, nada más que hay que tener visión periférica para no darse la cabeza con alguna columna. Pero es una fiesta. Es la cuota metalera de la tarde noche. Es la reivindicación de una forma de sentir la música que no morirá jamás. Aplausos merecidos. Los Poseidotica, una especie de equipo local que sale a la cancha ganando 3-0, hacen una pausa en su rol de productores del evento para desplegar su propia música. Y no sólo demuestran su experiencia y su ambición musical, sino que se divierten invitando amigos a compartir su set, como la banda completa de Lucy Patané y el Pato Larralde.

Para el final llega Massacre, con un set de grandes éxitos old school y mucha energía puesta en mostrar su esencia. Es un show palo y a la bolsa, directo, punk, casi como si lo hicieran sobre ruedas. «¿Cómo va su segundo semestre?», pregunta Walas al paso.  La respuesta es fácil, pero por suerte existen los Poseidotica, sus bandas amigas y un verdadero e interesante festival como el Viaje de Agua.

Alejandro Panfil

Fotos: Brandy con Caramelos

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