Noche de jueves por la noche. Noche de Luna Park. Noche de contrastes. Bad Religion y The Offspring son casi contemporáneos, sin embargo, en la actualidad demuestran diferentes maneras de llegar al escenario.
Comparten la fecha, el público y se conocen a la perfección, pero los primeros, que mantienen en el frente de batalla a Greg Graffin y a Jay Bentley, lo hacen con vigencia, grabando discos constantemente y discutiendo los vaivenes del mundo de hoy, del que los rodea, del que nos rodea. Si bien en la lista obligatoriamente incluyen clásicos como 21st century digital boy, Stranger than fiction, Generator o American Jesus, intentan por todos los medios no ser un refrito de sí mismos, por eso tienen para ofrecer Chaos from within o Do the paranoid style, dos joyas de su gran y último disco Age of unreason.
El contraste es The Offspring apenas se sube al escenario. La banda de Dexter Holland y Noodles, que con el lanzamiento de Smash fue para muchos de nosotros una aguja hipodérmica que nos inyectó autoestima en una edad difícil, parece estar sufriendo en este 2019 el desgaste de vivir en la ruta durante tantos años.
Tal vez por ello desde 2012 no sacan un disco con canciones nuevas y se apoyan casi exclusivamente en los clásicos de su etapa de mayor suceso comercial. En las tablas del Luna, es una pena que ya no se luzcan ni la banda ni la voz de Holland. Pero tienen un cielo protector para cada vez que salen a escena: Americana, Come out and play, Original prankster, Pretty fly, The kids aren’t alright. Una más pegadiza que la otra, porque, desde luego, se convirtieron en una fábrica de hits. Y ante ese panorama, sobran Blitzkrieg Bop (Ramones), Whole Lotta Rosie (AC/DC) y una versión con piano solo de Gone Away. La rematan con las pelotas inflables saltando por el aire en Why don’t you get a job y cierran con Self esteem, confirmando lo que cuesta dejar atrás aquellos años en que fuimos felices.
brandyconcaramelos.wordpress.com 
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