
En algún apartado de Memoria por correspondencia (Laguna Libros, Bogotá, 2012) Emma Reyes le escribe a Germán Arciniegas, su entrañable amigo e interlocutor epistolar: “Y no me regañes, porque si tú crees que basta tener las ideas, yo te digo que si uno no sabe cómo escribirlas para que sean comprensibles es igual que si uno no tuviera ideas. Mi cabeza es como un cuarto lleno de trastos viejos donde no se sabe más lo que hay ni en qué estado”. Si escribiéramos un guion cinematográfico y pusiéramos a un personaje a decir esto, seguramente el mejor lugar para que transcurriera la hipotética escena sería un confesionario. El poder de la declaración no solo contrasta con la helada y escabrosa … [Read more...]