Los Antiguos en Niceto: un infierno a su medida [review]

Antes, durante y después de la fecha conmemorativa del quinto aniversario de Los Antiguos, lo único de lo que se habló fue de su sonido, de su virtuosismo y despliegue escénico. Y es que  quizás para algunos cinco años no sean mucho, pero para otros el hecho de que una banda haya alcanzado tanto en este breve lapso significa que encontraron a su nueva banda favorita, de esas pocas que nacen de vez en cuando y conquistan. Y eso hay que celebrarlo.

No quedaba duda de que Niceto se iba a llenar, ni que la respuesta del público iba a ser positiva, y menos aún que el sonido de la banda pudiera defraudar. El sábado pasado, con dos placas bajo el brazo e inmensa gratitud a su creciente público, Los Antiguos desplegaron un show sin bandas soporte que apuntó a concretar esa relación con sus fanáticos, pero, ¿cuál es el hechizo de la banda?

Para empezar, hay que destacar que Los Antiguos tienen un sonido propio. No copian. No es una banda clon, por lo tanto no es una banda más. Como suma de todas sus variantes, Los Antiguos sella en la voz del Pato Larralde la identidad de la banda junto a las variadas influencias metaleras de la viola de Iapallucci, y la contención de guitarras, bajos y bata con el Huija al mando del beat simplemente patea a un costado esa necesidad de llamarle “stoner” a cuanto sonido asoma en estos días en el rock local.

El show arrancó hacia las 22 con un Niceto lleno que tímidamente esbozó un mosh al principio, aunque fue consolidándose un poco más con el pasar de temas (que van camino a ser, para muchos, clásicos) de Simple, los más coreados por los asistentes. A saber: La Peste del Sapo, Nervioso y Ebrio, El Sureño y Hecho a mi Medida, tema con el que cerraron la noche, rasgaron la voz del público de principio a fin.

A lo largo de dos horas, que parecieron menos por la intensidad, se escucharon temas de alta factura como La Culpa al Viento -ligeramente más rápida y potente que en su versión de estudio-, Te lo vengo diciendo y El inventor del mal, mientras Larralde, amablemente, convidó un poco de su vino “tan bueno” a algunos cuantos en la primera fila. Nunca sobrio otra vez. 

En sonrisas, complicidad, agradecimiento y metal se resume la emotiva fecha, un infierno a su medida, que vislumbra un prometedor 2017 para la banda. Según pudimos saber, no se presentará en Capital hasta septiembre, aunque realizará algunas fechas en el Conurbano.

Mientras, su heterogéneo público puede quedarse tranquilo: ni Los Antiguos ni Eslayer los va a matar.

Andrés Carrizosa

Foto: archivo PH Sombra

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