Tras la fiebre festivalera se vuelve a la sala pequeña de siempre y todo vuelve a la normalidad, pero las visitas siguen cayendo como cachetada de loco, sin parar hasta nuevo aviso. En ese contexto caen los Red Fang, tras su primera incursión argentina durante el Maximus Festival.
Las veredas del hipermercado cuyo origen fue una carnicería y del Uniclub están repletas de metaleros que esperan la hora señalada y, como nunca, de vendedores de birra que no tienen mucha piedad al ponerle el precio a las latitas. Da para invertir en una, está bien.
Adentro, ya Banda de la Muerte está de a poco volviendo a los escenarios luego de concentrarse en la composición de un nuevo disco. Se divierten, aceleran un poco más las canciones de 8894, el que fuera producido por Jack Endino. Mezclan metal, stoner y punk rock, todo eso que les gusta ofrecer sobre las tablas. Y se van, dejando el escenario caliente.
No cabe un alma, y los más favorecidos son los de adelante, los que no están debajo del entrepiso, porque atrás hay unos borrachines gritando todo el tiempo como si hubiesen aceptado un desafío de estupidez. No se escucha nada de lo que toca Red Fang. Es hora de ir hacia adelante, aunque la barra esté más lejos e imposible de acceder.
Los gringos de Portland, cuya propuesta es stoner hardcoreado que sabe muy bien, se divierten y entretienen con piezas como Blood like cream, Prehistoric Dog o Throw Up. Han cumplido con esta parte del mapa y siguen gira por Brasil. El regreso, cuando se toca a sala llena, siempre es una posibilidad latente.
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