A pesar del crecimiento del género, es la primera vez que me choco con un festival stoner de origen nacional. Si bien ya conocía alguna de las bandas que lo integraron, verlas en conjunto en vivo, en un mismo lugar y en una misma noche, hacen que se aprecie mejor la fuerza que ha tomado la escena, que sólo puedo definir como impactante.
Si creían que el rock nacional estaba estancado y que cada banda nueva era más de lo mismo, solo hace falta asistir a este tipo de festivales para sorprenderse y dejarse llevar por los sonidos de estas bandas que tienen la impronta del espíritu viajero, ahí, sin moverte hacia ningún lado.
En medio de un clima excepcional, los asistentes y el escenario, como siempre, fueron protagonistas en medio de los sonidos ásperos, crujientes y distorsivos que en vivo suenan cada vez de forma diferente. Con estructuras que dan lugar a la exploración de los sonidos, dejando de lado las tradicionales estrofas, son los explosivos riffs los que predominan como si fueran los mejores estribillos.
Y junto a las frecuencias graves que hacen temblar el piso –y las entrañas-, se potencia un golpe seco en el pecho que no da tregua y que nos mantiene a todos atentos durante la impecable presentación de bandas como Los Antiguos, con temas como La peste del sapo y Hecho a mi medida, Ararat, con joyas como El camino del mono, Las dos mitades y Nicotina y destrucción, y Humo del Cairo, con A tiempo, Panorama, Indios y Cauce, para darnos cuenta al final que asistimos a un evento que explota como una bomba nuclear en nuestros oídos. Espero ansioso el próximo viaje.
Texto y Fotos: Tomas Montag
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