Definitivamente el Negro Luciano Villacé estaba en lo cierto. El cambio es lo único que permanece en el tiempo y por eso el tiempo le terminó dando la razón, ya que se dejó llevar por el devenir de los hechos y la metamorfosis de Bigger terminó saliendo muy bien. Final feliz por donde se lo mire luego de atravesar situaciones que no están en la hoja de ruta a la hora de largarse a la aventura de tener una banda de rock.
Dejar amigos en el camino no es sencillo, pero tampoco lo es mirar hacia adelante. Y Bigger, tras la implosión que derivó en un cambio casi total de integrantes (ahora se completa con Oliver Knox, en guitarra, Pablo Inda, en bajo, y Manu Fernández, en batería), resurgió con más fuerza, más calidad y más posibilidades de provocar un mundo de sensaciones hacia los cuatro puntos cardinales. Del centro del país vienen y hacia el resto del país marchan constantemente intentando no apegarse exclusivamente a la ya superpoblada escena de Buenos Aires. Van y vienen, vienen y van. Disfrutan de la adrenalina pero no dejan de imprimirle seriedad a su historia. Se nota en lo que hacen, en lo que transmiten y en lo que el público, cada vez más variado y entusiasta, les devuelve. Y ojo, esto recién comienza.
Los Bigger dejaron atrás una etapa con músicos completamente diferentes y ahora tienen una formación que destila pasión y profesionalismo, no por nada su último disco no tiene fisuras sin llegar a ser extremadamente estructurado o desalmado. La nueva obra refleja la nueva apuesta, la de encontrar un grupo de buenos músicos pero por sobre todo buenas personas que puedan operar en conjunto. Y cuando se los tiene enfrente dan la sensación de que se conocen desde hace décadas.
No sobra ni una canción, y eso es una muy buena señal, la señal de que se está ante un gran paso hacia adelante y obviamente ante un gran disco. Si hay que jugarse por algunas, para no nombrar a todas, se puede mencionar a Fuegos Cruzados, con furia rockera y cuchillo entre los dientes, y Big Bang, con personalidad, sensibilidad, melodía y destreza. Pero hay más para indagar con Vuelo en la imaginación y Contraviento, tema que le dio nombre a este disco que fue grabado en Estudio Humano y Romaphonic, producido artísticamente por Javier Robledo y la banda, supervisado desde las perillas por Luciano Lucerna y masterizado por Lucas Gómez.
Contraviento tiene de todo y más, manteniendo la atención de principio a fin sin llegar a empalagar. Al equilibrio justo ha llegado Bigger, que se renovó, logró un gran disco y se dispone a ir por la gloria, con la firme convicción de que no hay por qué temerle al cambio.
Alejandro Panfil
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