Montaña: «Montaña» (2017)

Montaña -el primer EP de la banda homónima- es un fresco para el rock bogotano. Y no es una exageración decirlo y, sobre todo, asumirlo. Si uno se pone a escudriñar con detenimiento la escena rock underground de la ciudad se va a sorprender por la falta de propuestas novedosas y genuinas.

Una banda como Montaña demuestra un cuidadoso trabajo sonoro. Montaña es psicodelia, euforia, misticismo, barroquismo. En su devenir no hay rastros de error y, como si fueran grandes entendedores de jazz, hacen de la espontaneidad y la zapada permanente sus aliados más fehacientes. Sus brillos más intensos.

Sus influencias son indudables: por un lado pesos pesados del género atmosférico como The Explosions in the Sky, Caspian y Yawning Man (y todo ese stoner-rock proveniente de Palm Desert, California) y, por el otro, esa titánica onda rioplatense liderada por agrupaciones como Poseidotica, Pez, Elefante Guerrero Psíquico Ancestral y Humo del Cairo, entre otras muchas. Pero Montaña no es mezcla, ni copia, Montaña es infusión y tiene su propia –muy propia- narrativa instrumental.

El estilo de Montaña desgrana texturas sonoras volátiles que, a su vez, se suspenden gradualmente en profundas expresiones anímicas. En sus riffs no hay grietas y el rigor guitarrístico supera la opulencia. Sus bajos son limpios y armónicos. La percusión es inquieta y cabalga con arresto experimental. Alguien, de repente, puede pensar que es música atiborrada de ensimismamientos, y puede que no se equivoque, pero lo cierto es que el embelesamiento sensitivo que produce Montaña no es otra cosa distinta a virtuosismo puro.

Escuchar Montaña es inmiscuirse en la inauguración de un estado vital y concluirse en uno mental. Uno se encuentra y se recrea y aprende a usar su lenguaje cosmológico, raudo, misterioso.

Páramo es un tema meteorológico hecho a punta de presteza. Denota un camino. Una visión. Nevado es una canción ermitaña. Oculta. La temperatura que genera es intermitente y hondamente introspectiva. Invita a la melancolía. Es el grisáceo pico de la montaña y su pródiga imperturbabilidad. Con Alpes aparece el juego travieso, la orquestación perfecta, el cambio de tempo brutal e inesperado, el fondo máximo del cielo. Fuji es un tema íntegro y textual, fértil, el volcán “Montaña” hace erupción y libera, en contra del vacío, toda la energía contenida por los temas anteriores.

En Montaña hay efervescencia, movimiento. También evocación y remembranza. Su viaje es tan racional como narcótico. Sacude el pensamiento, lo altera, lo hipnotiza, lo optimiza, lo vuelve contemplación. Montaña es un secreto que dejó de ser secreto el pasado 3 de julio, cuando por primera vez saltaron a uno de los escenarios de Rock al Parque, a fragmentar cabezas, a demostrar que hay muchas formas de navegar por las sombrías aguas del rock sin necesidad de perder la luz.

Gio Jaramillo (Bogotá)

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